El vuelo nocturno desde Buenos Aires, entre película va y película viene, nos dejó en esa mega ciudad luego de mas de dos años, y también con un cambio de estación drástico, otra vez en Miami en verano.
NUESTRA AMIGA VOLADORA
Con Kate tuvimos conexión desde el principio, esa compatibilidad instantánea. Apenas nos vimos 2 días, años atrás cuando estuvimos en Miami anteriormente, por lo que no llegamos a conocernos demasiado, pero la conversación continuó por medios digitales hasta que volvimos.
Fue ella quien nos ofreció el beneficio de volar en modo stand-by, y con quien tenemos una deuda infinita que dudamos si alguna vez podremos subsanar.
Intentamos hacerlo con momentos de calidad y kilos de dulce de leche y alfajores, pero aun así, nada parece suficiente. No… ni siquiera con el dulce de leche, para que se hagan una idea de la magnitud de la deuda.
Nos encontramos con la misma Kate, simpática, alegre, de fácil trato, como si el tiempo no hubiera pasado.
Nos esperó con una exquisita bebida típica de su país (Puerto Rico) llamada coquito que fue un shot de azúcar muy bien recibido luego de un vuelo tan largo, pero además, nos preparó un almuerzo rápido y nos prestó su baño para darnos una ducha.
Pero no paramos quietos por mucho tiempo, porque enseguida subimos los 3 al auto y ella nos llevó al lugar que nos había quedado conocer en nuestro anterior encuentro, cuando nos dieron a elegir entre una librería enorme, o este barrio turístico. En aquel momento Wa supo cual sería mi elección sin siquiera intercambiar miradas, y accedió automáticamente a ella. Ya visitaríamos el otro lugar cuando volviésemos a Miami, algún día.
Así que sí, en esta segunda visita iríamos a la opción que nos había quedado sin explorar…
WYNWOOD, LOS GRAFITIS DE MIAMI
Desconocemos si es lo habitual, pero lo cierto es que tuvimos la posibilidad de recorrer este barrio con bastante facilidad ya que no había mucha gente pululando alrededor. Para quienes hayan estado en barrios turísticos donde uno de los principales atractivos son los grafitis, saben lo difícil que puede llegar a ser recorrerlos con la intención de fotografiar los alrededores mientras esperamos a que pase una horda de personas por delante del lente, o peor, que los demás terminen de sacar sus fotos para sacar las nuestras.
Está bien, por supuesto, todos tenemos el mismo derecho, pero no se puede negar que puede resultar cansador y además, al menos en mi caso, intimidante derivando en una limitante a la hora de lograr la foto que quiero (no tengo la misma tranquilidad cuando sé que a mi alrededor hay más personas esperando a que yo saque mi foto para poder ir ellos a sacar la suya).
Afortunadamente, o quizás muy lógicamente, Wynwood estaba bastante vacío durante la tarde.
Este barrio, además de sus muchas galerías de arte y exposiciones a cielo abierto reflejadas en cada uno de sus muros, es también una zona llena de bares, restaurantes, cafés, pubs… en resumidas cuentas, un lugar donde a simple vista nos damos cuenta que cobra vida en la noche. Al menos un cierto tipo de vida, la del movimiento, la de las olas de personas, la música y los aromas de noches fiesteras.
El arte en Wynwood se reflejaba de diversas maneras, y en muchas de ellas traía consigo una ideología, un mensaje muy claro que algunos transmitían de forma implícita mientras que otros lo expresaban sin disimulo.
En este barrio los grafitis no se limitan a aparecer en vertical, sobre muros o postes, sino que también están ahí para ser pisados, para caminar sobre ellos.
Ante estas cosas no puedo dejar de sentirme agradecida con esta idea porque de alguna manera me pega en el fuero interno; para las personas que pasamos gran parte de nuestra vida -no viajera- mirando el suelo mientras caminamos (timidez, introversión, llamale como quieras) alternando con algún que otro oteo para admirar una cúpula o descubrir una paloma blanca, esto de que hayan cosas interesantes que ver en el piso es algo que raya la ternura, el agradecimiento.
También te digo una cosa… si se te cae una moneda acá te quiero ver intentando encontrarla.
Algunas obras eran pequeñitas y difíciles de captar a simple vista mientras que otras impresionaban por su tamaño además de por su técnica, su realismo, sus colores, la idea en sí, o cualquiera sea la sensación que estuviera transmitiendo.
Además, en Wynwood entran en juego los stickers como otra forma de arte en sí misma, no solo por el dibujo que pueda aparecer en el sticker como tal, sino también en la imagen que dan a un encuadre de la ciudad como tal.
En este barrio, el cartel de una tienda de venta de productos de deporte se convierte en una oportunidad perfecta para dibujar jugadores de básquetbol famosos.
Por otra parte, otras tiendas eligen expresarse de otra manera, como por ejemplo, sustituyendo los clásicos estantes o percheros para exhibir la ropa que tienen a la venta en jaulas cilíndricas.
El punto es que todo suena a expresión artística, de una u otra manera.
Los grafitis que en otras circunstancias nos puede parecer que están “manchando” la pared, rompiendo algún tipo de armonía, acá llenaban huecos de manera que parecer algo orgánico, necesario.
Algunos rompían la cuarta pared y te invitaban a interactuar con ellos (y no, no me refiero a las clásicas alitas, que también estaban, por supuesto).
Al final de cuentas, si bien los grafitis son lo que más llama la atención de este barrio, que aunque no lo parezca es una zona con bastante concentración empresarial, es el arte en diversas expresiones la que domina el lugar.
Pinturas, dibujos, stickers, expositores, música de fondo, hasta esculturas hechas con llantas, en Wynwood todo puede ser válido a la hora de transmitir un mensaje a través de una expresión artística.
Ahora, para nosotros que ya estuvimos en un barrio con estas características como lo fue Valparaíso, podemos notar una diferencia entre ambos. Quizás Valpo tenga un aire más bohemio, algo mas refinado si me apuran. Digamos que el estilo de Wynwood es más callejero, más desfachatado, mientras que el de Valparaíso es algo más sofisticado.
LOS COMPAÑEROS DE PISO MÁS ESCURRIDIZOS
Durante las 3 noches que nos quedamos en Miami, nos hospedamos en casa de un muchacho que nos recibió muy amablemente, y que he de confesar que uno de los motivos que me llevó a escribirle (no el único) fue el hecho de que tuviera muchos reptiles como mascotas.
Muy pocas -poquísimas- fueron las veces que nos quedamos en casas de personas que tuvieran esta especie de animalitos conviviendo con ellos de forma voluntaria para los integrantes del hogar, porque si hablamos de iguanas y lagartijas como inquilinos a los que nadie invitó pero que ahí están, si visitaron Latinoamerica o leyeron nuestro blog sabrán que por allí hay mucho de esto.
Y mirá que hemos estado en casas con mascotas exóticas, pero reptiles si me apurás, no me acuerdo.
La cuestión es que a mi en lo personal me daba curiosidad, y así se lo hice saber al muchacho que más tarde nos abrió las puertas de su hogar, donde nos mostró donde dormiríamos que a su vez es el mismo lugar donde tiene un montón de terrarios con reptiles de todo tipo dentro.
Sabemos que el tema de los animales exóticos como mascotas es algo que divide mucho las aguas, pero no es el fin de este post entrar en discusión sobre el tema, ni hacer acotaciones personales al respecto, por lo que el tema se enfocará desde una sola perspectiva dejando las demás de lado, sin ánimos de entrar en temas éticos, y ese enfoque es: la novedad de conocer y aprender de estos animalitos por primera vez, desde tan cerca.
Este muchacho tenía gran variedad de especies de reptiles en su living (el cual era nuestro dormitorio) y todas con distintas características.
Mientras que algunos eran diurnos y podías verlos muy activos durante el día, había otros que se dedicaban a animar las noches con sutiles sonidos de patitas yendo de acá para allá en la oscuridad.
Algunos tenían cola, otros no tenían, mientras que otros tenían una cola rarísima como nunca habíamos visto, con una especie de gordura en la punta que parecía que algo andaba mal con el animalito, pero según nos contaron, es allí donde estos reptiles guardan grasa para las épocas en donde conseguir comida es más difícil (cosa que no pasa en cautiverio, pero ellos siguen desarrollando esta capacidad) pero que si se encuentran en peligro pueden deshacerse de ellas.
Esto último sí que lo sabíamos, de hecho lo habíamos presenciado en México, cuando una amiga que conocimos allí agarró a una iguana por la cola, y esta se desprendió de su cola para caer al piso y salir corriendo. Nunca habíamos visto algo así, y al menos para mi fue como si hubiera visto algo súper revelador en la vida.
También hemos visto colitas de geckos moviéndose solas en el piso mientras barríamos en Mérida (también México)… en fin, esto de ver colas desprendidas no sería nuevo para nosotros, pero era la primera vez que veíamos una cola gorda llena de grasa para momentos de escasez (me pregunto si funcionará igual en los humanos… agárrenme antes de que haga un chiste de humor negro).
El dueño de casa nos mostró incluso algunos que nunca se dejaban ver, incitándolos a salir para que pudiésemos verlos, y hasta pude tocar a algunos.
Además, un buen día nos llevó a comprar la comida para sus mascotas, que consistía básicamente en grillos vivos, los cuales metía en un vaso con cal para aportarles más calcio, y luego soltaba un montoncito en cada terrario que les duraría una semana. Aunque pueda sonar un poco cruel (a mi ciertamente me da un poco de pena por los grillos) en realidad dándoles a los reptiles la comida viva, se incentiva a que no pierdan del todo sus instintos.
No voy a hablar de cada reptil (aunque ganas no me faltan) porque entiendo que si viniste acá no estas buscando una clase de biología, pero déjame contarte alguna curiosidad más y no molesto más.
Si tuviera que elegir cuál de estos reptiles me gustó más, probablemente me quedaría con los de cola larga… no recuerdo el nombre, pero había una especie en particular que me pareció muy simpática y además me dieron un susto, y solo por eso ya se ganaron mi cariño.
Resulta que esta especie estaba activa durante el día, y tenían un comportamiento tan hiperactivo (muchísimo más que cualquiera de los otros reptiles) que a veces desencadenaba situaciones graciosas, como que uno cayera encima de otro, o simplemente le pasara por arriba deliberadamente en su carrera.
Una noche, mientras miraba todos los terrarios uno por uno para ver cual animalito estaba despierto durante la noche, cuando llego al de esta especie en principio no vi nada, pero dos segundos después me sobresalté por ver una cosa con forma serpentoide colgando del techo del terrario, para descubrir un segundo más tarde que era este simpático reptil que aparentemente le gustaba dormir como murciélago.
También te digo, era el único de los 3 o 4 que habían que estaba durmiendo así, a lo mejor era un caso especial.
Aunque nunca lo vimos, sabíamos también que había un reptil que se había escapado hacía ya un tiempo y que de vez en cuando era posible verlo correteando por los techos o las paredes.
El más raro fue posiblemente el que se parece más a una serpiente que a un gecko o lagarto, el Chalcides Sepsoides (que si tomamos en cuenta sus contorneos, entiendo perfectamente eso de que sea Sepsi).
La primera y única vez que lo vimos fue cuando el muchacho de la casa le puso grillos en el terrario, y al rato emergió de la tierra una cosa alargada, rápida y escurridiza dispuesta a cazar el almuerzo.
Y hablando de cazar, nuestra estadía en Miami tenía como uno de sus objetivos cazar algunas cosas que todavía nos faltan para el próximo viaje largo a dedo que pensamos realizar, y esta ciudad con tiendas de segunda mano era uno de los lugares donde pensábamos conseguir alguna de ellas.
EN BÚSQUEDA DE ARTÍCULOS FALTANTES PARA EL VIAJE
Los post sobre nuestros días en el Montevideo de Minnesota muestran un poco la cultura de las tiendas de segunda mano (o thrift store) y cómo de útiles pueden llegar a ser si sos una persona que prefiere ahorrar unos dineritos a cambio de obtener cosas usadas. Nosotros somos ese tipo de personas.
También hay que decir que no encontramos mejores tiendas de segunda mano como la de Montevideo (Minnesota) en la que podías llevarte una campera de The North Face para la nieve por 3 dólares, por ejemplo, o un par de botas de la misma marca por 8.
De hecho, las grandes cadenas de tiendas de segunda mano como Goodwill son muy grandes y con una amplia variedad de productos, pero un poco más caras que la de Montevideo; no es que no tenga cosas que valgan la pena, pero al lado de la otra tienda, esta se sentía un poco más cara, dentro de lo que cabe para una tienda de segunda mano.
Sabíamos que en Miami este tipo de tiendas tenían precios más similares a Goodwill, y aunque sabíamos que no era lo más barato dentro de las thrift store, siempre sería una opción económica, así que allá fuimos.
Las tiendas de segunda mano del ejército de salvación (The Salvation Army Family Store) fueron de las más económicas y variadas de la zona, y en una de las que conseguimos alguna cosa, pero no la única.
Al final, un día bajo lluvia en el que dedicamos la tarde a recorrer estas tiendas, logramos conseguir algunas cosas, tales como algún pantalón y un gorro. Es cierto que no pude encontrar ningún gorro con orejas, o el gorro de Ash Ketchum como pretendía, pero de todas formas me fui contenta con mi gorro estilo Indiana Jones versión liviana.
Algunas de estas tiendas tienen probadores y otras no, pero las que no lo tienen suelen poner un espejo de cuerpo entero en alguna parte de la tienda para que puedas probarte las cosas sobre tu propia ropa y ver como te quedan.
Mientras hacía esto con una remera amarilla que no llevé, una señora me mira de pies a cabeza y me dice “it looks good on you, it´s your style” (“te queda bien, es tu estilo”) mientras yo sonreía por fuera y por dentro, por fuera a modo de agradecimiento, y por dentro pensando que al verme la mujer vestida con una camisa amarilla, una remera amarilla y una riñonera amarilla, lógico que sumara 2 más 2 y dijera que era mi estilo. Básicamente cualquier cosa amarilla parecería mi estilo si me veías en ese momento que era un pikachu humanoide.
Entre los grandes tesoros que encontramos pero no llevamos estuvo algo que poco me faltó para romper mi pseudo regla de practicidad ante todo (y digo pseudo porque puede ser relativo) y llevármela en la mochila para ser prácticamente un dibujo animado haciendo dedo. Creo que me detuvo más el talle que el sentido común, será porque este último a veces no lo tengo, sobre todo cuando aparece ante mis ojos un cosplay de un animé que me gusta mucho, como fue el caso.
Siendo personas con experiencia y mucho cariño en el arte del cosplay no podemos explicarles lo tentada que estuve de ir por el mundo haciendo dedo vestida como Edward Elric de Full Metal Alchemist, a pesar de ser yo más Alfonse que Ed (según Wa).
Afortunada o desafortunadamente el talle me quedaba chico y no pudo ser; quiero creer además que, aunque hubiera sido mi talle, mi sentido común hubiera hecho acto de presencia y luego de dictaminar que no era una prenda muy cómoda para viajar, la hubiera descartado de todas formas. Supongo que nunca lo sabremos.
EL LADO TRANQUILO DE MIAMI
En nuestra visita anterior a Miami estuvimos en zonas un poco más movidas, con más vida nocturna. Esta vez nos hospedamos un poco más alejados del movimiento nocturno por lo que pudimos conocer un poquito otra cara de Miami.
Vimos cosas llamativas, cosas que solo suceden en Estados unidos, como por ejemplo el hecho de que los McDonalds no solo estén constantemente ofreciendo puestos de trabajo, sino que además te paguen por entrar a trabajar allí.
¿Y vieron que hay lugares donde se realizan descubrimientos importantes a nivel mochilero?
Bueno, eso fue lo que nos sucedió con el Pato Donald.
En una de nuestras caminatas diurnas entramos a un “Dollar Tree”, esas tiendas de artículos variados donde la mayoría cuestan 1 dólar. La idea era conseguir algo de tomar que nos satisfaga tanto el paladar como la sed, y rebuscando en la zona más baja de la heladera (un buen tip cuando buscás los productos más baratos en cualquier lado) nos encontramos con la cara del Pato Donald sonriendo a través del vidrio.
En los ingredientes únicamente figuraba “jugo de naranja y agua” así que decidimos darle una oportunidad. Lo más probable era que nos llevásemos una decepción y que fuese algo así como un jugo de sobrecito, de esos que ya casi no se ven, con gusto a plástico ligeramente afrutado.
Gran fue nuestra sorpresa cuando el sabor de este jugo nos recordó al Dayrico de Uruguay, es decir, algo bastante agradable, y por la módica suma de 1 dólar.
A partir de ahí, cada vez que queríamos tomar algo comenzamos a utilizar la frase de “ir a buscar un Pato Donald”. A día de hoy, un Pato Donald para nosotros es sinónimo de jugo rico y barato (y quizás hasta saludable).
También recorrimos algunos lugares que no habíamos visitado antes, por ejemplo un shopping (mall, o centro comercial) al que nos llevó el chico que nos esta hospedando, y donde pudimos ver para nuestra sorpresa, mezclados entre locales de gran renombre como “Tiffany´s and Co” una glamourosa bandeja de alfajores de maicena.
En cuanto a lo demás, lo gracioso era que ni nuestro anfitrión ni nosotros éramos personas muy afín a los shopping (nosotros echamos mano de ellos sobre todo cuando buscamos buen resguardo del clima, o cuando necesitamos wifi) así que nos dedicamos a caminar rapidito entre la cantidad de luces y adornos que semejaban a diamantes, hasta que nuestro anfitrión propuso sacarnos una foto en la fuente.
La foto era como el punto final del paseo, era como decir “bueno, yo sé que ninguno de nosotros está disfrutando mucho del shopping, pero si sacamos una foto es como ponerle el moño y cerrar el paquete”.
Finalmente, terminamos la noche recorriendo los tres una playa de Miami que no habíamos visitado antes.
Nuestro anfitrión nos mostró un par de edificios bebé, ya que habían terminado de ser construidos hacía muy poquito, menos de 1 año.
Pondría la foto por acá pero voy a elegir otra de esa noche, y creeme si te digo que no hay ninguna diferencia entre esta foto y la de los edificios bebé. Ir caminando por algunas playas de Miami da la sensación de estar en una ciudad amurallada, por la cantidad de bloques de hormigón a los costados. Aunque nosotros siempre vamos a preferir una playa rodeada de naturaleza, supongo que estas murallas son parte del encanto de Miami.
LO QUE EL VIRUS SE LLEVÓ
¿Te acordás que en 2020, con motivo de pandemia, el transporte público era gratis en Miami?
Pues ya no más. Para el 2022 ya no se considera esta una medida apropiada para la situación así que tuvimos que informarnos sobre el modo de pago del transporte público en la ciudad, el cual déjame decirte que si tu estadía en Miami es muy corta, no va a ser lo más favorable del mundo.
Resulta que para subir al bus tenés que pagar una módica suma (léase con sarcasmo) y la misma podés abonarla sacando un boleto único en una máquina expendedora, o sacando una tarjeta de transporte público que te brinda un descuento en el precio del boleto.
Lo que nosotros no sabíamos era que esa tarjeta tenía carácter personal, es decir, está asociada a una sola persona (independientemente de que debas ingresar o no tus datos personales para obtenerla) y por ende, no pueden usarlas dos personas en un mismo viaje de bus.
Por supuesto que lo descubrimos de manera poco conveniente, es decir, subiéndonos al bus y viendo que no podíamos pasarla mas que una vez por la máquina.
Ante nuestro desconcierto, el chofer nos explicó que la tarjeta no podía ser usada por dos personas y nos hizo señas de que pasáramos a sentarnos. Cuando Wa, rebuscando en los bolsillos encontró monedas suficientes para pagar el boleto en efectivo, el conductor no quiso aceptárselo, y tampoco quiso aceptarlo cuando Wa volvió a insistir, segundos antes de bajarnos por la puerta delantera.
Asi fue como descubrimos que el transporte público en condiciones normales es ciertamente caro en Miami. Podríamos decir que ahora los monopatines de alquiler cobran más sentido, pero la verdad es que tampoco es que tengan un precio mucho más accesible (2 años atrás costaba 6 dólares la hora, imaginamos que ahora será un poco más).
DESTINO INESPERADO
Llegó el 17 de Agosto, día en que teníamos reservado otro vuelo en stand-by, el vuelo que nos llevaría al otro lado del océano por primera vez en la vida, a la tierra de donde parte de nuestra familia es oriunda como es el caso de tantos uruguayos y argentinos.
Desde hacía algún tiempo teníamos pensado hacer una parada de algunos meses en España para formalizar papeles que a futuro puedan facilitarnos una vida ya sea en este país, o en otro de la Unión Europea. No vamos a decir que es una certeza, pero queremos dejar una puerta abierta a esta posibilidad.
Para esto, nuestra base pre-continuación del viaje a dedo sería en Galicia, de donde vienen algunas de mis raíces específicamente (las de Wa se dividen en otras tierras).
La primer ciudad europea que pisaríamos sería Madrid, donde teníamos arreglado un medio de transporte que nos llevase a Galicia en el mismo día y donde además teníamos familia esperando por nosotros.
Como se mencionó antes, esta parte del viaje era casi una antesala del mismo, casi como una formalidad pre-continuación del viaje, por lo que los medios de transporte habituales para nosotros (autostop) y las estadías (carpa o casas de personas que abren desinteresadamente su puerta a viajeros) eran un poco más convencionales. Todo eso vendría después, cuando la verdadera continuación del viaje llegase.
Aquel 17 de Agosto llegamos al aeropuerto de Miami, y nos anunciamos en el mostrador, donde fuimos puestos en lista de espera (la modalidad de volar en stand-by) pero fuimos advertidos que faltando unas 4 horas para el despegue, el vuelo tenía apenas 3 asientos libres, y nosotros estábamos en la posición 13 y 14 de la lista de espera, lo que significaba que las chances de que podamos subirnos a ese avión eran muy escasas.
El chico de la compañía aérea fue sumamente comprensivo y simpático, y nos puso al tanto de las posibilidades, que básicamente eran 3.
- Esperar a ver si por obra de algún milagro se liberaban suficientes plazas en este avión para que podamos subir. Esto implicaba que más de 10 personas que tenían reservado ese vuelo no llegaran al aeropuerto o lo cancelaran a ultimo momento, es decir que las chances eran ínfimas.
- Esperar al siguiente vuelo de Miami a Madrid, que era al día siguiente pero que estaba sobrevendido, es decir, se habían vendido más boletos que asientos disponibles, por lo que las chances eran todavía menores a las de hoy.
- Volar a Barcelona, en un vuelo que saldría antes que el de Miami, y para el cual habían 22 asientos libres y apenas 3 personas en la lista de espera stand-by.
Este es el tipo de incertidumbre que no solo, no nos molesta, sino que de hecho nos entusiasma, lo vemos como un giro del destino para conocer otro lugar. Es por eso que en otra situación no lo habríamos pensado ni un segundo y hubiéramos elegido la opción de cambiar el destino y volar a Barcelona sin dudarlo.
Pero esta vez teníamos un inconveniente… uno sólo pero que nos pesaba en la consciencia: el hecho de ya tener arreglado un transporte para nuestra llegada a Madrid el día 18 en la mañana. No nos gustaba no cumplir con nuestra palabra con el transportista, quien nos había reservado dos plazas en su vehículo y confiaba en nuestra palabra, por eso decidimos esperar un poco más para ver si por algún milagro lográbamos subirnos al vuelo de ese día, ese que tenía 3 asientos libres y en cuya lista de espera estábamos en el lugar 13 y 14.
Cuando la hora se fue acercando y como habíamos acordado previamente con el simpático funcionario que nos atendió, volvimos al mostrador de la aerolínea, donde nos informaron que la situación continuaba igual: no había lugar para nosotros en ese vuelo.
Era el momento de tomar una decisión.
Y sólo podía tratarse de aquella que finalmente tomamos.
Esta bueno que hayan vuelto con los post, aunque le falta la gracia de los vídeos de ustedes que aportan mucho.
Saludos
¡Hola!
Muchas gracias, nos alegra saber que haya gente al otro lado leyéndolos.
Los videos cortitos complementarios de los post pueden aparecer de vez en cuando.
Un saludito, gracias por leer y por comentar 🙂 .