Si algo aprendimos en Centroamérica, es que moverse entre fronteras se vuelve un poco más complicado que en Sudamérica y Nicaragua no iba a ser la excepción.
Comienzan a pedirse tickets de salida del país, impuestos para salir o para entrar, y además, ver mochileros que viajan hace meses comienza a ser una rareza más acentuada, y por ende, motivo de sospechas.
Ya nos había pasado de tener que comprar de apuro un ticket de bus para poder entrar a Panamá, luego mejoraríamos nuestras habilidades cuando en Costa Rica nos pidieron el ticket de salida, pero de lo que no se puede escapar es de los impuestos.
Para nosotros esto del impuesto de salida era algo nuevo.
Más allá de eso, el personal de la frontera es muy amable, como ya nos tenían acostumbrados los costarricenses.
Pero la entrada a Nicaragua subió un poquito el nivel de dificultad.
FRONTERA DE NICARAGUA
La frontera más transitada en el país, es la de Guanacaste por tratarse de una zona turistica, pero nosotros pasamos a Nicaragua por el paso fronterizo de «Los Chiles», en donde no es tan común ver extranjeros.
Antes de poder entrar a las oficinas, un guardia nos detuvo a pedirnos el pasaporte, y tomar nota de nuestros datos. Luego nos pidió el formulario completo para entrar. Le explicamos que no sabíamos de qué estaba hablando, y de todas formas nos dejó pasar a la oficina.
Afortunadamente teníamos algunos dólares encima, porque ésta era la única moneda que aceptaban (de algo sirvió quedarnos 3 días sin dinero en Argentina … aprendimos la lección).
Nos pidieron también la vacuna contra la fiebre amarilla, para lo cual ya estábamos preparados, pero luego nos pidieron el famoso papelito que el primer guardia nos había pedido.
Volvimos a explicar que no sabíamos de ningún papel para ingresar, así que nos pidieron que esperásemos.
Un guardia de seguridad nos hizo pasar a una parte más despejada, nos dio sillas para sentarnos y nos explicó que para ingresar a Nicaragua se necesita un formulario.
El mismo se descarga de la página web de migraciones, y lo ideal es enviarlo via e-mail una semana antes de cruzar la frontera, para informar de nuestra visita al país. Luego, ese formulario se imprime y se muestra en las oficinas de migraciones al momento de cruzar.
Como nosotros no teníamos el papel, el se encargaría de llenar nuestro formulario y enviarlo por correo electrónico, luego llamaría por teléfono a la oficina que recibe los formularios para que le den trámite en ese momento y de esa forma no tuviésemos que esperar mucho.
La verdad que el empleado de migraciones fue muy amable con nosotros.
Y luego comenzaron las preguntas.
El guardia nos preguntó hace cuánto tiempo viajábamos y al decirle que hacía ya un año y 2 meses, nos preguntó sobre nuestro trabajo, cuál era y si lo estábamos ejerciendo. Le parecía sospechoso que dos personas pudiesen viajar por tanto tiempo sin un trabajo fijo.
Luego, nos interrogó sobre nuestro pasaporte. Dijo que no entendía eso de haber nacido en Uruguay pero tener pasaporte Europeo sin haber pisado nunca Europa, y esa pregunta nos tomó por sorpresa porque para nosotros es algo muy común (en Uruguay es bastante usual encontrar nacidos alli pero con pasaporte Europeo). Le explicamos sobre la inmigración post guerras que hubo en nuestro país, y de a poco fue quedándose más tranquilo.
Finalmente nos dijo que esperásemos, y el nos avisaría cuando estuviese listo lo del formulario.
No pasaron más de 10 minutos cuando nos hicieron pasar nuevamente a la ventanilla de migraciones para terminar el trámite, tener nuestro sello, y entrar oficialmente a Nicaragua.
PRIMEROS PASOS EN TIERRAS NICA
En Costa Rica nos habían advertido sobre Nicaragua; nos decían que era un país mucho más peligroso que los que habíamos pasado en centroamérica y que debíamos tener mucho cuidado.
Nunca nos gusta tener prejuicios sin conocer un lugar, ya nos había pasado muchas veces de que nos advirtiésen sobre varias zonas y cuando llegábamos nos encontrábamos que no lo sentíamos para nada peligroso, pero de todas maneras siempre tomamos en cuenta los consejos que nos dan, así que entramos a Nicaragua con cautela, porque persona prevenida vale por dos.
A pocos metros de la oficina de migraciones, comenzamos a hacer dedo sobre la ruta.
El sol no daba tregua, pero algunas nubes venían a veces a nuestro rescate.
No esperamos más de 15 minutos cuando un auto pasó y ofreció llevarnos apenas unos kilómetros más adelante. Aceptamos y a los 3 minutos ya estábamos esperando en la ruta nuevamente.
El próximo auto que se detuvo, ofreció llevarnos hasta el puente.
No sabíamos de qué puente hablaba, pero aceptamos, y nos subimos a la caja de la camioneta, con el viento dándonos de lleno en la cara.
El «Puente de la Amistad» habia sido donado por Japón, y nos daba la bienvenida a Nicaragua.
Luego aprenderíamos que éste no iba a ser el único puente donado por Japón, sino solamente el primero de varios que se levantaban en todo el país.
La explicación es que luego de un terremoto muy fuerte que ocurrió en Nicaragua años atrás, el país Nipón donó casi todos los puentes del país para ayudar a Nicaragua.
Caminamos al costado de la calle, donde había unas personas hablando de la noticia de turno: «anoche vino uno y le pegó 7 balazos».
No sé sentían expresiones de sorpresas. Aparentemente, esto no era algo raro de escuchar.
Nosotros hicimos dedo delante de un puesto de comida, y un muchacho en dudoso estado etílico se acercó a preguntarnos muchas cosas.
Otro auto se detuvo y nos dejó en un pueblo donde era seguro que nadie estaba acostumbrado a ver extranjeros deambulando. Se trataba de uno de esos pueblos donde la esencia del país se mantiene intacta por la total ausencia del turismo.
Los niños practicaban frases en inglés entre ellos antes de cruzarse con nosotros en la vereda, y los señores salían a la puerta de sus casas para mirarnos mejor, con el machete colgando de la cintura y el gorro estilo ranger de Texas.
Tuvimos que atravesar todo el pueblo para llegar a un lugar suficientemente aislado como para hacer dedo, cosa que sucedió unos cuántos kilómetros más adelante.
Fue difícil conseguir un lugar con una gota de sombra, pero finalmente lo encontramos bajo un árbol, junto a 2 caballos (madre e hijo) que estaban pastando. Frente a ellos había un par de casas rurales, y ese era ahora el único rastro de vida que podía verse en los alrededores, además de los autos y buses que a veces pasaban.
Después de unos 10 minutos de espera, pasa caminando un muchacho, justo cuando yo estaba tratando de tocar a la yegua que me miraba desconfiada.
El muchacho hizo señas para indicar que no hiciera eso porque era peligroso, y se acercó a hablar con nosotros.
Lo primero que nos preguntó fue «¿no tienen miedo de hacer esto acá?».
Conversamos un rato, el perdió su bus por eso, y nosotros corríamos cada vez que veíamos un auto aproximarse. Finalmente, uno de ellos se detuvo, nos despedimos del muchacho, y un señor que trabajaba para el gobierno nos llevó hasta un pueblo, bastante mas adelante pero más cerca de la capital.
Sobre las 18:30 hs llegábamos a Managua.
MANAGUA
La noche prematura nos sorprendió en Managua, donde a las 18:30 la oscuridad era casi absoluta, como si fuesen las 23:00 hs.
Y no sólo lo demostraba la luna que colgaba del firmamento, sino además el movimiento, o más bien, la carencia de el; muy poca gente caminaba ya por las calles de la ciudad, y los pocos que lo hacían se dirigían a paradas de buses o lugares cercanos.
La falta de alumbrado público no ayudaba.
Apenas unas farolas iluminaban las aceras, y hacían difícil ubicarse en una ciudad donde nadie se guía por nombres de calles.
El hecho de que casi no hubiera personas a la vista acentuó irónicamente nuestras alertas; no nos sentíamos amenzados por miradas o presencias que caminaran detrás nuestro, sino por la completa ausencia de ellas.
Todo esto, no voy a mentir, daba mala espina.
¿Dónde estában los 2,5 millones de habitantes de Managua?
Para tratar de entenderlo es necesario ponernos en contexto.
Hacía menos de un año atrás, en 2018, Nicaragua se vio sumida en revueltas sociales; las calles se convirtieron en el campo de batalla y la ley que lideraba era la del más fuerte.
El pueblo estaba armado hasta los dientes, y los conflictos contra el gobierno no daban tregua.
Todo esto decantó en el segundo mayor éxodo de América en los últimos tiempos, donde los nicaraguenses comenzaron a migrar en masa hacia Costa Rica, escapando de la violencia.
Hay quienes afirman que la violencia no era tanta como se decía en los medios, que mientras en la televisión internacional decían que no había policías en las calles porque estaban renunciando todos, ellos salían a la vereda y veían oficiales en cada esquina.
También nos dijeron que sí que era cierto que muchas veces debían desviar sus caminos porque las calles estaban cortadas por personas con garrotes que pedían dinero para ayudar a la lucha del pueblo, y de esta forma dejarte pasar.
Y los tiroteos en la calle, eran reales.
Y aún sabiendo que los medios exageran los hechos, las migraciones en masa fueron reales y este tipo de acontecimientos se dan cuando la situación lo amerita.
La violencia era real.
Esto llevó a que a partir del 2018 Nicaragua fuese un destino casi imposible para los turistas. Nadie quería ir a un país en donde se decía que había tiroteos y vandalismo en cualquier calle, y este estigma continuaba a día de hoy.
Siendo ahora 2019, Managua se sentía deshabitada.
La gente quedó con el miedo de las revueltas, así que la ciudad se convertía en ciudad fantasma a las 19 hs.
Volviendo a nuestra situación, nosotros seguíamos perdidísimos.
Dimos demasiadas vueltas sin llegar a ningún lugar concreto, así que sobre las 20:00 hs, cuando ya éramos los únicos seres vivos caminando por las veredas, decidimos algo que sucede muy pocas veces en el viaje: esa noche nos quedaríamos en un hotel.
Poner la carpa en una capital nunca es una opción, y mucho menos en una donde las marcas de las balas están aún frescas en algunos edificios.
Un susto en la oscuridad
Con cautela, Wa sacaba el teléfono y miraba el mapa.
Había una calle en particular que resaltaba por la cantidad de hoteles baratos, así que era allí a donde intentábamos llegar.
Dimos con una parada de buses donde aún quedaban algunas personas, y preguntamos cual debíamos tomar para llegar al centro.
La respuesta, que se repetiría con cada persona que le hacíamos la pregunta, nos deconcertó: «¿a cuál centro van?».
Resulta que en Managua no había un centro como tal, sino varias zonas a las que se le llamaban «centro». Quizás alguna era el centro empresarial, otra era otro tipo de centro, pero nosotros no sabíamos cuál era cual, solo sabíamos a la zona que queríamos llegar, pero por más que mostramos el mapa indicando el punto exacto, nos mandaron precisamente al lado opuesto.
Guiándonos casi por instinto, tomamos más buses para acercarnos a nuestro destino.
Hay que aclarar que el precio del bus en Managua roza el surrealismo, tanto que al principio creímos haber entendido mal… el costo del pasaje es de 2,5 córdobas, es decir, 3 pesos uruguayos, o U$S 0,08 (8 centavos de dólar).
El mismo precio con el que te comprás un caramelo se mantenía desde hacía más de 20 años.
Subiendo y bajando de buses, terminamos dando vueltas en una zona muy oscura y desolada.
Precisamente, la zona donde estaban los hoteles baratos, lo cual, luego de ver la ubicación comenzamos a entender los precios.
Cuando el mapa marcaba que estábamos a dos cuadras de la calle de los hoteles, un señor que nos vio desde una agencia de buses cerrada, salió con su uniforme de cuidador de la empresa a ofrecernos su compañía para llevarnos a un hotel. Le dijimos que no, e insistió. Nosotros insistimos también en nuestra negativa… Bueno, Wa insistió, porque lo que es a mí, al segundo ofrecimiento de acompañarnos ya me había convencido. Yo pensaba que si nos ofrecía su ayuda tan fervientemente era porque la íbamos a necesitar.
Pero Wa pensaba otras cosas… Creo que el temía que el señor nos llevase precisamente a un lugar oscuro para entregarnos a los lobos.
En mi caso, la primera negativa que compartí con él fue para no molestar al señor que estaba en su trabajo, a la segunda, me quedé callada mientras Wa negaba nuevamente, y cuando ya nos alejábamos, le dije un poco enojada que teníamos que haber aceptado.
Esas calles oscuras no se veían nada bien. Bueno, no se veían, directamente.
La primera esquina que cruzamos, a escasos metros del señor, estaba llena de prostitutas que nos gritaban cosas, y un muchacho bajo efectos de algún tipo de sustancia nos vino a pedir plata.
En la siguiente esquina debíamos doblar a mano izquierda, justo en esa calle donde a mitad de cuadra la oscuridad era tal que no se llegaba a ver qué oscuros peligros acechaban más allá.
Mejor.
Igual te digo una cosa… Eso de que no se puede temer a lo que no se ve es una mentira más grande que una casa.
En este caso, no solo se podía, sino que se debía, como nos enteraríamos unos segundos después.
Quejándome y encomendándome a cuánto ser celestial pueda existir, doblé la esquina con Wa al frente.
Intentamos ignorar por completo los llamados de atención que nos hacía un muchacho que venía caminando de frente a nosotros, en sentido contrario al nuestro, justo antes de que doblásemos la esquina.
Cuando vimos que estaba cruzando la calle para encontrarse directamente con nosotros y que ya no había escapatoria, nos detuvimos, aun diciendo «no no, gracias», poniendo la mano abierta delante de nuestras caras y moviéndola de izquierda a derecha, sin saber siquiera si nos estaba ofreciendo o pidiendo algo. Lo importante era negarnos a cualquier cosa que viniera de ese muchacho que nos iba a embaucar, a robar, a liquidar, seguro.
-Vengan conmigo, esta calle es muy peligrosa.
Y aun creyendo que el verdadero peligro del cual hablaba era él mismo, lo seguimos, dando la vuelta y deshaciendo la última cuadra que habíamos caminado.
-Ahi dónde se estaban metiendo era un expendio.
-¿Un qué?
-Un expendio de droga. Ahí venden droga, y los iban a robar seguro.
Instantáneamente, nuestra primera reacción fue de asombro, no sé por qué, si ya sabíamos que estábamos entrando a la boca del lobo, pero supongo que es de esas cosas que toman certeza cuando alguien más las dice.
Pero esa sensación solo nos duró un par de segundos, porque enseguida, los radares volvieron a encenderse … ¿Y quién me dice a mí, que vos no sos el chorro que nos está llevando a la verdadera boca del lobo?
En nuestra cabeza había tremendos plot-twist, donde el que nos estaba ayudando era realmente la amenaza, y el señor de la agencia de buses era el bueno que intentó salvarnos de el.
O peor, el de los buses lo conocía, y quería llevarnos al encuentro de su colega para robarnos entre los 2, pero como su plan falló y allá no podía hacernos nada porque estaban las prostitutas de testigo, llamó por celular al otro muchacho, que estaría esperando en alguna calle oscura su próxima víctima, pero decidieron que era mejor jugar el rol de bueno para llevarnos a una calle donde él es el rey y ahí salirse con la suya… Y repartirse luego todo el botín con el señor de la agencia de buses, claro está.
Nuestro cerebro trabajaba a velocidad director de cine Chan Wook Park.
Al santo botón, ya te voy diciendo.
El chico no sólo nos sacó de la calle peligrosa, sino que además nos acompañó a todos los hoteles de la zona (evitando la calle hiper oscura aquella) hasta asegurarse que diéramos con uno donde pudiésemos quedarnos, y en ningún momento pidió nada a cambio.
Nos contó cosas sobre la ciudad, y siempre nos decía hacía que calle íbamos a ir, para que no desconfiásemos de el.
También nos aconsejó por cuál calle era mejor que nos fuésemos al día siguiente, ya que esa zona tenía varias calles complicadas.
Así fue como la vida nos cacheteó el prejuicio, y Nicaragua comenzó a mostrar sus verdaderos colores con la inconmensurable amabilidad de su gente.
LA CIUDAD QUE HUELE A REVOLUCIÓN
Una estatua de un obrero que levanta una AK-47 sobre su cabeza.
Un grafiti de una madre con un bebé en brazos y un rifle colgando de la espalda.
Comercios con nombres como «mi pequeña guerrera», o «Che Guevara».
Estas son apenas algunas de las cosas que demuestran que Managua lleva el comunismo impregnado en cada poro de su existencia, y no se queda cortito demostrándolo.
Un Hugo Chávez gigante que en la noche se ilumina de colores marca la Avenida Bolívar, la más importante de la ciudad.
Y a su alrededor se levantan los árboles de la vida, tan controversiales, amados y odiados.
A vistas del turista, no dejan de ser algo pintoresco y digno de fotografiar, pero en lo que se refiere al pueblo Nicaragüense la cosa está más dividida.
Según nos contaron, esos árboles fueron puestos por el gobierno en un intento de «adornar» la ciudad, con un toque esotérico, acorde a los gustos de la esposa del presidente, la primera dama, quien es un personaje bastante particular por sus creencias y formas de vestir algo chamánicas.
Nos dijeron que la postura del pueblo frente a estos árboles se divide en dos: por un lado, las personas pro-gobierno (sandinistas), y también aquellos con menos recursos y escasa educación, aman ver estos arbolitos iluminando las calles porque sienten su ciudad más linda, sin darle demasiadas vueltas al origen de los mismos.
Pero por otro lado están las personas anti-gobierno que ven en éstos adornos el derroche innecesario del Estado por demostrar su poder y exprimir el dinero del pueblo trabajador ya que al final de cuentas, las luces de estos árboles se pagan del bolsillo de todos, en los impuestos mensuales.
Esto conllevó a que varios de estos arbolitos fuesen quemados y tirados abajo en las revueltas del 2018.
Es así como lo que a primeras vistas algo que puede parecer inocente y decorativo, es también motivo de conflicto en una ciudad donde el espíritu revolucionario nunca descansa.
Y es que cada detalle en Managua tiene matices rojos en el alma.
Los buses, esos que cuestan 2,5 córdobas fueron donados por Rusia, como bien nos muestran las inscripciones al costado del vehículo.
Tomando esto en cuenta, es un poco irónico, al menos a nivel gubernamental, que en Nicaragua se utilice de igual manera la moneda nacional (Córdoba) como el dólar estadounidense.
Era muy común que, a la hora de contarnos algo, nos dijeran por ejemplo «le cuesta 1 dólar y 1 Córdoba».
Y justo al lado de la iglesia más importante de la ciudad, aquella cuyo reloj detuvo el terremoto de 1972, se levanta el Palacio de la Cultura, con enormes carteles que dicen «Avanzamos con la revolución» y mencionan a Sandino.
Sandino es el dueño de la silueta que se ve en cada rincón de la ciudad, una figura de un hombre con vestimenta de trabajo de campo, sombrero típico, y postura despreocupada, apoyando ligeramente el peso de su cuerpo sobre una pierna.
Es también el mayor representante de la revolución nacional, y da nombre a un barrio en la periferia de Managua, llamada «Ciudad Sandino”.
También al grupo de las personas pro-gobierno, los Sandinistas.
Con tantas referencias políticas, no es una sorpresa ver que prácticamente todas las personas de Managua se paran firme frente a su postura política, sea cual sea, y no hay persona que no la tenga.
La política está metida en cada rincón, en cada conversación, se respira en el aire.
LO BUENO Y LO MALO DE LA PROPAGANDA SOCIALISTA
Esta condición que se ve y respira en las calles de Managua, tiene puntos que señalar tanto para bien como para mal, si bien en Nicaragua se pueden ver monumentos, murales y reconocimientos a muchos personajes muy deliberadamente olvidados por otros países, siendo estos personajes (gusten o no), parte de la historia y representación de la forma de pensar de mucha gente.
En Nicaragua podemos ver barrios de nombre “Unión Soviética” o “Che Guevara” (muy poco representado en argentina de forma oficial), lo mismo ocurre con Olof Palme (aquel presidente socialista sueco) o Allende.
Y así como vemos personajes que realmente se hacia en falta mencionar en el resto del continente, también, vemos lo contrario, y lo que es aún peor, la ausencia de personajes universales; en Nicaragua no hay lugar para un Beethoven, un Wagner un Confucio, un Platón, una Hildegarda o cualquiera que forme parte de la historia universal (aunque fuese solo de la rama artística), solo se reconocen y se exaltan personajes afines o con valores similares a la corriente política de turno.
Desde Viajeinterminable, tenemos la postura de que todos los personajes importantes deben tener su reconocimiento de alguna manera, los de izquierda, los de derecha y otros que ambos olvidan también, es esta forma de hacer reconocimientos parciales una de las cosas que sigue fomentando la división dentro de los mismos pueblos.
Y de la misma manera que a veces un país hace reconocimientos parciales (haciendo olvido de muchos de los que SI vemos en Nicaragua), también observamos el mismo error hacia el otro costado, con el agravante de las figuras universales, eso lleva a que uno cuando camina por las calles y barrios de Managua se sienta como que todo es “demasiado comunista” y demasiado “adoctrinante”.
Esta división que se genera, está presente hasta en la misma gente, desde Argentina que no veíamos a un pueblo tan “politizado” y tan “agrietado”, no hay mucho lugar para las “medias tintas”, aquí la gente es o pro sandinista o anti sandinista (con todo lo que eso conlleve), y el tema de la política estuvo en cada mesa, en cada rincón y en cada casa que estuvimos a lo largo de este país.
Hemos conocido gente que tanto justificaba la muerte de un estudiante anti gobierno, así como los que alababan la figura de Somoza (ex dictador anti sandinista, al que se le atribuyen, desapariciones, torturas etc., durante su mandato)
LA EXCEPCIÓN POLÍTICA – RUBÉN DARÍO
Aunque la presencia política en Nicaragua es muy fuerte, una figura emblemática destaca con pisada firme como la de Sandino, y me refiero al escritor Rubén Darío.
Hasta ahora, Rubén Darío era para mí un nombre demasiado familiar, pero del cual me avergüenza reconocer que no sabía absolutamente nada.
Su omnipresencia despertó nuestra curiosidad.
Y aprendimos.
Rubén Darío no es Rubén Darío, es Félix Rubén García Sarmiento, y no fue únicamente poeta sino además diplomático y principal impulsor de un movimiento literario conocido como el modernismo.
Y viajero. Viajero y ciudadano del mundo.
Su nombre artístico está dado porque su familia era conocida como «Los Darío», por lo que Rubén adopta este nombre como apellido para sus obras.
Podría explayarme mucho en este apartado y contar las historias de amor de Rubén Darío, que como suele suceder con los escritores clásicos, el amor y la tragedia suelen ir de la mano, pero me temo que este post sería demasiado largo, al punto del aburrimiento para aquellos que no disfruten de estás curiosidades como yo.
Lo que no quiero dejar pasar de este escritor nicaragüense, es enfatizar que hoy necesitamos que sus versos se vuelvan realidad. Porque hoy también, como siempre, todos necesitamos PAX.
«¡Oh pueblos nuestros! ¡Oh pueblos nuestros! ¡Juntaos
en la esperanza y en el trabajo y la paz!
No busquéis las tinieblas, no persigáis el caos,
y no reguéis con sangre nuestra tierra feraz.
Ya lucharon bastante los antiguos abuelos
por Patria y Libertad, y un glorioso clarín
clama a través del tiempo, debajo de los cielos,
Washington y Bolívar, Hidalgo y San Martín.»
⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀
(«¡Pax..!» – Rubén Darío)
LA PENÍNSULA DE CHILTEPE
Y si creíamos que Costa Rica estaba lleno de volcanes, es porque todavía no conocíamos Nicaragua.
La cadena volcánica sigue extendiéndose hacia tierras Nica, provocando que en casi cualquier parte que estés tengas un volcán a la vista.
Cerca de Managua, en la península de Chiltepe se encuentran 2 lagunas que vale la pena visitar, la de Xiloá y la de Apoyeque.
La laguna de Xiloá está ubicada en una especie de parque recreacional, y su principal atractivo es que sus aguas son calentadas por el volcán, así que sumergirse allí es como estar en un agua termal.
La de Apoyeque requirió un poco más de esfuerzo ya que fuimos caminando a través de zonas que, según nos habían advertido, eran peligrosas con alto riesgo de robos.
Es cierto que atravesamos terrenos descampados donde estaríamos a merced de las malas intenciones, pero la verdad es que éstas brillaron por su ausencia.
Por el contrario, a la ida, un auto se detuvo a nuestro lado, y el conductor nos ofreció llevarnos durante un par de kilómetros.
A la vuelta sucedió lo mismo con una mototaxi que ofreció llevarnos gratis casi todo el camino de regreso.
El camino hacia la cima es duro por el calor que azota en todo momento, pero se disfrutan de unos paisajes hermosos, como la vista del volcán Momotombo y el Momotombito, allá a lo lejos, hundiéndose en el agua.
Una vez llegamos a la cima, admiramos la laguna que yacía en el cráter y luego nos pusimos a conversar con el cuidador de la antena que allí arriba se levantaba.
El señor cumplía su trabajo en periodos de 3 días, donde permanecía allí arriba, en una pequeña caseta de madera, solo.
Nos contaba que ahora le habían dado un arma para defenderse en caso de posibles robos, y nos regaló una botella de casi 2 litros de agua, botella que intentamos devolverle cuando nos enteramos que el debía llevarse consigo el agua para los 3 días que permanecería allí porque el suministro de agua no llegaba hasta su caseta.
Nunca nos dejó devolverle el agua.
Luego de conversar un rato, nos indicó un camino más desconocido para bajar la montaña, uno muy estrecho que solamente utilizaban los locales, pero que nos acortaría unos 4 kms de recorrido.
El mismo era mucho más denso que el «camino oficial» pero llegamos rapidísimo a un punto en donde ya pasaban vehículos.
Allí fue donde el conductor de la mototaxi se ofreció a llevarnos hasta la ruta.
Aunque estos volcanes tienen su encanto, el broche de oro se lo lleva otro coloso prendido fuego.
EL INFIERNO EN TIERRA
El volcán Masaya es famoso por una razón: es uno de los pocos volcanes de América (y me atrevería a decir, del mundo) en donde se puede ver lava… y no morir en el intento.
Sí, lava.
Lava moviéndose, roja, humeante, fluorescente y amenazadora.
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El tiempo fue breve. Apenas te permiten estar entre 5 y 10 minutos contemplando esa fosforescencia caliente, porque los gases que emana pueden ser nocivos si se los inhala demasiado tiempo.
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Naturalmente, en esos 10 minutos uno fantasea con «¿Y qué pasaría si me caigo para ahí?». Es una pregunta retórica, no necesita respuesta, aunque en nuestra cabeza se desarrollen mil formas heroicas de detener la caída, justo antes de tocar la amenaza anaranjada, como si fuésemos alguna especie de Indiana Jones.
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Pero después nos cae la ficha que estamos viendo lava, y que, en vez de imaginar aventuras hollywoodenses, podemos usar los pocos minutos que tenemos en dejarnos hipnotizar por ese movimiento monótono y aún así maravilloso de ese fluido asesino.
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Al borde del cráter del Masaya, vimos lava por primera vez.⠀
CHICHIGALPA, UN PUEBLO SIN TURISTAS
Sin dejar de utilizar el medio de transporte más efectivo en Nicaragua (o sea, el dedo gordo) pasamos fugazmente por León, una de las ciudades turísticas más conocidas de Nicaragua por su riqueza de edificios coloniales dejados por los españoles.
Admiramos una iglesia con cientos de años de antigüedad, y callecitas cortejadas por faroles clásicos de otras épocas.
Pero nuestro destino era Chichigalpa, un pueblito alejado de la locura citadina y su aire bélico.
De hecho, nos contaron que mientras en Managua moría gente a causa de la violencia del 2018, en Chichigalpa nadie se enteraba de nada, a menos que vieran las noticias en la televisión.
Allí la paz nunca se fue de vacaciones.
En nuestro camino nos encontramos nuevamente con una cara conocida… Artigas, ¿otra vez vos?
Una vez en Chichigalpa, visitamos el museo del pueblo, un lugar pequeño que nos costó mucho encontrar, y donde nos sacaron muchas fotos para enviar a los superiores demostrando que había turistas visitando el museo.
Allí aprendimos que Chichigalpa significa «el valle de las nodrizas», y que vulgarmente, la palabra «chichi» significa «pechos» en el idioma de los nativos de la zona, así que todo tiene sentido.
El pueblo se ubica a la falda del volcán San Cristóbal, el cual decora cualquier foto que tomes en el pueblo.
Sí, ya les había dicho que en Nicaragua hay volcanes por todos lados.
Chichigalpa es un pueblo muy tranquilo, para nada acostumbrado al turismo, y como suele suceder en estos casos, la gente nos miraba con una especie de curiosidad y respeto extremo, pero sin vergüenza alguna.
El único atractivo turístico que presenta, es la fábrica del ron Flor de Caña. Nicaragua se llevó el premio al mejor ron por 7 años consecutivos, según nos contaron, gracias a esta marca.
De todas formas, los turistas que visitan la fábrica suelen llegar en tours, o ir al pueblo exclusivamente para realizar esta visita… no es común que alguno se quede rondando por el pueblo, por eso nosotros éramos una especie de celebridad allí (o un bicho raro, depende como quieras verlo).
Algunas personas del pueblo intentaban hablarnos, siempre en inglés, y cuando les decíamos que hablábamos español entendían que éramos españoles y empezaban a decirnos palabras como «ostia» y «tío».
Son muchos los países en donde no hay ni un ápice de sospecha que en el cono sur de Sudamérica es muy común ver rasgos más similares a los europeos, y esta característica se acentúa en los pueblos.
Aunque Chichigalpa es chiquito, la presencia católica es muy fuerte, como suele suceder en los pueblos de Latinoamérica.
La más importante de la zona era una llamada “La Iglesia del Pueblito”, la cual, además de ser la más antigua, es famosa por estar en el barrio donde antes se encontraba asentada la población indígena y conserva parte de la construcción original a día de hoy, por ejemplo, el piso superior hecho en barro.
En Chichigalpa, el medio de transporte más común son los triciclos, unas bicicletas de 3 ruedas con asientos amplios para que entren 2 o hasta 3 personas, mientras el conductor pedalea detrás.
La lluvia nos agarró en medio de varios de nuestros paseos por el pueblo, y mientras esperábamos bajo algún techito que el agua dejara de caer, varios conductores de triciclos nos ofrecían sus servicios, a lo cual nosotros negábamos y agradecíamos. Es cierto que no teníamos apuro ninguno, así que no le veíamos sentido a gastar dinero en ello y simplemente seguíamos esperando, pero además, yo creo que nunca hubiera podido aceptar montarme en uno de esos triciclos. Sé que es el medio por el cual algunas personas hacen dinero, pero me parte el alma sentir que alguien está pedaleando con todo nuestro peso encima.
Cuando pienso en esto se me desata una lucha interna, porque, aunque sé que ellos viven gracias a esto, también me duele ver el esfuerzo que hacen para lograrlo.
¿Te tomarías la chicha de las 7 quebradas?
En Chichigalpa aprendimos sobre las festividades Nica más curiosas que jamás habíamos escuchado: por un lado, nos hablaron del «Griterío» (Una especie de anti Halloween, religioso y anterior al mismo), una festividad dónde aquellos que gusten de participar, se ponen a cantar canciones religiosas puerta por puerta, y las demás personas les regalan dulces típicos, caramelos y jugos. Cualquiera puede participar, ya sea como cantor o como repartidor de dulces.
Después tenemos la festividad del «Toro encuetado», que es básicamente lo que su nombre indica. Varias personas se esconden bajo un disfraz de toro suficientemente grande como para cobijar unas 4 o 5 personas, y al mejor estilo dragón chino, van corriendo por las calles, tratando de embestir a la gente que se aglomera a su alrededor, mientras van lanzando fuegos artificiales.
Y dejo la más rica para el final… van a tener que aguantar la tentación cuando lean esto.
Nos contaron que en Managua se celebran las Fiestas de Santo Domingo y una tradición típica consiste en tomar la chicha de las 7 quebradas.
Ok, hasta acá nada del otro mundo, ya sabemos que de Bolivia hacia arriba se toma chicha en casi todos los países.
Pero te advierto que si vas a comer pronto, mejor dejes esta parte del post para leerla después, porque a lo mejor se te quita el apetito cuando te cuente cómo se prepara esta chicha tan especial.
La chicha de las 7 quebradas lleva este nombre por 2 motivos principales:
1) En referencia a los 7 rincones del cuerpo que deben ser bien lavados, a saber, el sobaco izquierdo, sobaco derecho, la línea entre las nalgas, entrepierna izquierda, entrepierna derecha, detrás de la rodilla derecha, detrás de la rodilla izquierda.
2) Si sos observador, con el punto 1 ya te la ves venir, pero sino, te digo el segundo motivo que da nombre a esta chicha.
El ingrediente principal y más importante es el agua, pero no cualquier agua.
Una persona, generalmente anciana, debe permanecer una semana sin bañarse (detalle no menor es que en Managua el calor y la humedad son nivel infierno, y por lo tanto, se suda muchísimo).
Recién al séptimo día esta persona se mete en una tina llena de agua, se lava muy bien las «7 quebradas», sumergiéndose en ella y frotando bien su cuerpo para quitar la mugre sin utilizar jabón.
Luego, con esa agua y algunos ingredientes más, se prepara la exquisita chicha de las 7 quebradas, la cual se toma en la fiesta de Santo Domingo a modo de tradición.
Hay quienes dicen que algunos la preparan con apenas 3 días de conserva (o sea, sin bañarse) pero quienes mantienen la tradición original deben permanecer los 7 días así, como hacía Lisímaco, el creador de esta chicha.
A mí todo esto me huele a fetiche («uuuy, mirá como todos se toman el agua que me pasé por el ******»), pero no quiero sacar conjeturas sin tener nada seguro, ni meterme con las tradiciones locales, así que dejémoslo por ahí.
Eso sí, si la prueban me cuentan, porque nosotros por ahora, no tenemos la más mínima intención de hacerlo.
Nicaragua, será hasta la próxima
En Costa Rica nos contaban pestes de los Nicas, y en Nicaragua nadie le tiene mucho cariño a los Ticos.
Lo cierto es que nosotros no podemos decir nada malo de ninguno, todo lo contrario, pero de la amabilidad tica ya hablamos en sus respectivos posts así que ahora déjame contarte sobre los nicas.
A pesar de que Nicaragua carga con la fama que la violencia del 2018 le atribuyó, no hay nada como comprobar en carne propia, que una vez más, los medios dejan muchas cosas detrás de bambalinas.
No te podríamos decir que no nos hayamos sentido en peligro, porque aquella noche en Managua nos encendió todas las alertas, que luego nos dirían, estaban acertadas.
Durante toda nuestra estadía en la ciudad sacamos pocas fotos y casi no filmamos para no exhibir el teléfono, es cierto.
Pero también podemos decirte que zonas peligrosas hay en todo el mundo; el sentido común es el mejor consejero y nosotros no quisimos escucharlo al meternos en calles oscuras en plena noche.
Aún así, solamente nos encontramos con gente que quería ayudarnos.
Desde el primer momento que pisamos Nicaragua, desde la ayuda del guardia de migraciones, comenzamos a sentir la hospitalidad nica que no se hacía desear.
En los malls, donde a veces íbamos para agarrar wifi por un ratito, la gente se nos acercaba a preguntarnos si estábamos perdidos o si necesitábamos ayuda con algo.
Podemos decir que, hasta ahora, Nicaragua fue el país más fácil para hacer dedo, donde nunca esperamos más de 15 minutos.
De hecho, este fue el primer país donde para hacer dedo no tenías que hacer dedo, porque autos y mototaxis se ofrecían a llevarnos un tramo solo al vernos caminar, incluso sin la mochila a la espalda.
Incluso, el país se despidió con broche de oro, porque el último vehículo nicaragüense que nos dejó en la frontera, fue un bus, que se detuvo, a pesar de nuestras negativas, y el conductor nos dijo “suban, los llevamos gratis”.
La hospitalidad que vivimos en este país fue enorme.
Nos despedimos de Nicaragua con mucha calidez dentro, y entendiendo que no importa cuánta violencia pudo haber habido en el pasado, o cuántas rivalidades puedan tener con sus vecinos, los nica van a ser recordados por nosotros como personas sumamente solidarias, con espíritu de ayuda.
Al otro lado de ella, nos dijeron, el peligro es inminente y nadie da garantías de nada.
Honduras nos espera, llena de estigmas que estamos deseando desmitificar.
Holaaaaa,chiquilines como estan??
Ah bueno che, cuanto impuesto,para esto y para aquello, que ganas de jugar con el bolsillo de la gente y despues uno se queja del paisito.
Igual nunca dejen de informarse de forma previa todos esos tramites legales de migracion para proximas veces.
Ese relato sobre los primeros pasos por el pais supera al anterior sobre las brujas, ese si tiene mas terror, el premio mayor seguro, jeje.
Muy cierto, es complicado respirar y caminar por esas calles y cruzarse con toda esa politizacion, mas alla de quien guste o no de ella, pero no deja de ser un aprendizaje mas supongo y conocer una realidad mas distinta del mundo y de un pais o varios paises. Una experiencia interesante supongo y que a mi creer esta buena sumarla a la vida de cada uno dejando de lado la subjetividad.
Ay lava #ILOVELAVA #LAVAFOREVER
Jajaja, me fascina ver la lava, desde que tengo memoria.
Recuerdo de chica ver y aunque mi lado consciente sabia que no podia hacerlo por razones obvias, mi lado no consciente deseaba que me tirara sobre ella porque no se porque, pero siempre que la veo me genera una sensacion de esponjosidad, como si fueran esos almohadones peludos y re suaves, porque siempre que veo videos asi mas que nada ya cuando se desborda del volcan y empieza a correr la veo como una cosa esponjosa, hasta que me acuerdo que lamentablemente no es asi, jeje.
«Toro encuetado», me encanto ese nombre, aunque no dejo de reconocer que al principio mi mente lo asocio a gente alcoholizada, jeje.
Bueno chicos, muy buenos relatos como siempre y a la espera de mas.
Se me cuidan, si?
PD: La del comentario anterior soy yo, si , jeje, por bruta y apurada toque algo mal.
PD2: Tu foto con paraguas me encanto, me recordo a los ponjas y su alergia al sol mas o menos que tienen mucho, que por lo que eh escuchado va mas alla de protejerse del sol. Bueno, en fin nada que ver lo se, pero bueno, sorry, jejeje.
Si, yo otra vez, perdon que me autocorrijo aca, no me peguen, quise decir: *y su alergia al sol que tienen mas o menos muchos de ellos y que por lo que he escuchado en mas de una ocasion es algo que va mas alla de protegerse del sol*
Jajaja me encantó eso de la lava… Y puedo entender a qué te referis. Dan ganas de agarrarla… Hasta que uno se acuerda que está a quien sabe cuántos miles de grados jajaja.
Tenés razón con lo del paraguas… Por algo me gusta tanto Japón jaja (a los dos en realidad).
Abrazote, y como siempre, gracias por comentar y estar ahí 🙂 .
Ah bueno Artigas esta como el colorado de Omar Guiterrez.
Algo así!!! Jajaja. No lo teníamos tan divo eh.