Creo que es normal entrar al África subsahariana con algunos prejuicios inculcados por años de televisión selectiva, donde nos muestran una cara de la moneda.
Quizás por eso nos sorprendió descubrir que las horas de espera en el aeropuerto de Adís Abeba se verían amenizadas con wifi gratuito e ilimitado.
Quizás por el mismo motivo horas después estaríamos admirando grandes edificios de vidrio que acariciaban el cielo de la ciudad.
ATERRIZAJE EN ETIOPÍA
El vuelo aterrizó a medianoche, así que esperamos dentro del aeropuerto hasta que amaneciera. Utilizamos parte de ese tiempo para adquirir un chip local y asegurarnos tener internet durante nuestra estadía en el país.
A diferencia de nuestro viaje por las Américas, donde íbamos “cazando” wifis gratuitos sin necesidad de comprar chips de teléfono (salvo contadas excepciones), sabíamos que en África esto no sería fácil, y que además es un lugar en el que tener posibilidad de estar siempre comunicados puede ser una herramienta útil.
También sacamos dinero de un cajero local propiedad del banco Zemen.
Imposible olvidarlo.
En la ciudad nos esperaba alguien que nos hospedaría por algunos días, y más tarde nos daríamos cuenta que si bien fue un comienzo excelente, su hogar era una burbuja que nos mantuvo un poco adormecidos de varias realidades que golpean al país y de las cuales no nos dimos cuenta hasta que cambiamos de casa.
UN PAÍS ÚNICO COMO ENTRADA AL AFRICA SUBSAHARIANA
Cuando uno piensa en África desde una perspectiva social piensa en pobreza y carencias. Alguno podría ir un poco más allá y pensar incluso en problemas políticos sacudiendo al continente, y enfermedades extrañas.
Aún así, la imagen que quizás algunas personas tengan difiera con la realidad.
Estamos muy acostumbrados a asociar a África con tribus, chozas de barro y paja, mujeres semi desnudas y niños desnutridos.
Si bien todo eso es parte de la realidad del continente, no es lo único, y tampoco es donde pusimos el foco en este viaje.
Nuestro interés en conocer esta zona del mundo no se centra en ver la cara más extrema en ningún aspecto, sino muy al contrario, lo que queremos descubrir (dentro de lo posible) es como vive la persona de clase media / trabajadora, más enfocado a las ciudades y pueblos que a las tribus y etnias que están desperdigadas por todo África y que tan acostumbrados estamos de ver en los documentales, los cuales, en su mayoria, saben como tratar al turismo.
Etiopía fue nuestra entrada al África subsahariana y donde comenzaríamos a experimentar las carencias que -lamentablemente- uno espera en el continente.
Pero también fue el país más único de todos los que estuvimos hasta ahora, al punto de diferenciarlo incluso de sus vecinos.
Pero vamos por partes, que acá hay letra para rato.
UN PAIS ÚNICO
Bueno, sí, técnicamente cada país es único: existe una sola Italia, un solo Uruguay, y una sola Costa Rica (y podría seguir mencionando a todos los países del mundo).
Pero pocos son los países que realmente se salen del esquema y llevan esta exclusividad a un punto tan notorio como es el caso de Etiopía.
Todo empieza remontándonos a su historia.
Etiopía es conocido como la nación rebelde, por ser el único país de todo el continente Africano que nunca fue colonizado (aunque lo intentaron).
En 2 oportunidades los italianos trataron de tomar Etiopía como propia, siendo la primera vez derrotados por Menelik 2do, y la segunda siendo expulsados luego de invadir el país durante los 5 años por parte de la italia fascista de Mussolini, donde esta vez los etíopes tuvieron el apoyo de los britanicos tras el exilio de Haile Selassie a esas tierras.
El haber estado tan poco tiempo bajo el mandato italiano devino en un país con poca influencia externa, dándole a día de hoy características únicas y también algunas carencias propias de no haber sido influenciado por otra civilización, pero de ello ya hablaremos mas adelante.
Un idioma para una nación
En el país hay alrededor de 80 etnias diferentes, y mas o menos la misma cantidad de lenguas. El amárico proviene de la etnia de los amhara, y algo curioso es que si bien es la lengua federal del país, la etnia más numerosa es la de los oromo, quienes tienen a su vez su propia lengua (el oromo).
La explicación de por qué es el amárico el idioma oficial del país sería adentrarnos demasiado en la historia del país, así que simplemente digamos que gran parte del país lo habla ya que es el que a día de hoy les brinda más oportunidades. Podes encontrar gente que hable amárico en otros países cercanos como Eritrea (Que era una provicia de Etiopía hasta 1993 luego de un plebiscito).
El amárico tiene su propio alfabeto (que me encanta). En un intento por entender cómo funciona nos explicaron que tienen una letra para cada sílaba dependiendo de la vocal que lleve, por ejemplo, una letra para la, otra para le, otra para li, otra para lo, otra para lu. Y así con todas o casi todas las letras de nuestro abecedario (el suyo sería alfasilabario).
Igual, nadie vino acá a aprender amárico, así que quédate con la idea que es un idioma que puede ser complejo de aprender (aunque no imposible) pero que tiene letras muy simpáticas, como las combinaciones de la “R” que parecen naricitas.
Cuando viajamos en el tiempo
Los primeros días no nos dimos cuenta. Para ser honestos, nuestro cuerpo no había tenido ninguna reacción que nos pudiera haber alertado, ni sentimos en ningún momento que el avión de camino a Adís Abeba hubiera entrado en un agujero de gusano o que hubiera una descarga de energía que alcanzara los 1,21 gigavatios.
Pero de alguna lo habíamos logrado: habíamos viajado en el tiempo.
Grande fue nuestra sorpresa cuando, conversando con alguien, ésta persona nos dijo “bueno, me imagino que ya saben que están en el año 2015”.
No todos los días recibís la noticia de que estás 8 años más atrás de lo que creías que estabas, así que como Condorito, cuando nos dijeron eso exigimos una explicación.
Resulta que en Etiopía se usa el calendario Ge´ez, basado en el calendario copto, a diferencia de nosotros que usamos el gregoriano. La diferencia de años se da porque tienen diferencias con respecto a la anunciación de Jesús.
Para ellos el año tiene 13 meses: los 12 primeros de 30 días, y el último mes de 6 o 7 días, dependiendo si cae bisiesto o no.
Además su año nuevo cae en nuestro Setiembre.(Como el Judio, por lo que se trata de algo mas ortodoxo, antiguo)
En resumidas cuentas, durante nuestra estadía en Etiopía estuvimos en el año 2015.
Pero eso no es lo único Marty… de hecho te diría que es lo que menos afecta en el día a día, porque hay otro detalle de Etiopía que si no lo aprendés a tiempo (y nunca mejor dicho) puede causarte más de una complicación, incluso siendo viajero.
El único lugar donde es válida la excusa de “entendí mal la hora”
Uno viene de una cultura latina, en donde llegar 2 o 3 horas tarde a un evento es algo casi que normal. Si organizás una juntada le pedís a la gente que venga a las 19 hs para que caigan a las 21 hs. Eso es normal para nosotros.
Para la gente de otros países, por ejemplo los nórdicos, si decís de encontrarte a las 19 hs, probablemente todos lleguen a las 19 hs. Eso también es normal, para ellos.
En Etiopía si le decís a alguien de encontrarse contigo durante el día, digamos a las 3, es muy probable que tengan un desencuentro de los grandes, de los inexcusables. Esto porque probablemente vos llegues a las 3 de la tarde mientras que el etíope llegue a las 9 de la mañana (o sea, seis horas antes que vos).
Si estás en Etiopía lamento decirte que vos sos quien llegó tardísimo a la cita.
En Etiopía el día se divide en dos partes: día y noche.
Cada una de esas partes consta de 12 horas, es decir, 12 horas de día y 12 de noche.
Desde las 6:00 hasta las 18:00 hs es el día, y desde las 18:00 hasta las 06:00 la noche.
Te lo digo así para que me entiendas, pero en realidad los etíopes no contabilizan las horas en un sistema de 24 hs, así que para ellos no existen las 19 hs por ejemplo.
Ahora viene la cosa: el 6 es como su hora cero, y a partir de ahí comienzan a contar.
Por tanto, lo que para nosotros es las 19 hs, para ellos es la 1 de la noche (porque pasó 1 hora desde las 6 de la tarde que es su cero y donde empieza su noche).
Lo que para nosotros es las 15 hs o las 3 de la tarde, para ellos son las 9 del día.
Lo que para nosotros es el mediodía, para ellos son las 6 del día.
¿Se entiende?
Parece complicado pero cuando le agarrás la mano es hasta divertido -para uno como turista- transformar todas nuestras horas en las suyas.
Con las personas que nos hospedaron no hubo malentendidos porque ellos saben que quienes no somos del país no manejamos esa forma de leer la hora y siempre nos comunicamos usando las horas y las fechas como nosotros estamos acostumbrados.
De todas maneras es importante que sea algo que te expliquen apenas entrás al país, porque te puede pasar de reservar un boleto de bus, y que la persona que te lo venda se olvide de hacer la “transcripción” a horario no-Etíope, y termines llegando a la terminal de buses mucho antes o mucho después de la hora de partida. Lo bueno es que según mis cálculos, si esto sucede, es mas probable que llegues mucho antes y no después de la hora de partida (te animo a que juegues con el sistema de tiempos de Etiopía y hagas los cálculos que hice yo para que entiendas por qué lo digo).
LOS LUJOS QUE NO SABÍAMOS QUE TENÍAMOS
Este título es un poco engañoso, porque en realidad no hay que ser muy erudito para saber que tener agua y electricidad son cosas que no todos los habitantes del mundo pueden disfrutar de manera constante (incluso los que vivimos en ciudades). De hecho, durante nuestro pasaje por Honduras, en Centroamérica descubrimos lo que es vivir sin agua corriente, dependiendo de un depósito recolectado quincenal o semanalmente, en el mejor de los casos.
Pero cuando te encontrás con que además de agua puede que te despiertes esta mañana y tampoco tengas electricidad la cosa escala unos niveles más.
Tu story es historia
Así con todo, no fueron esas las primeras carencias que descubrimos en el país, ya que como te contamos antes, la primer casa donde nos quedamos era una burbuja.
La primer carencia que estaba normalizada en el país y para nosotros era algo nuevo estaba ligada a temas políticos recientes.
Y es que cuando quisimos entrar a las redes sociales, nos dimos cuenta que éstas no cargaban correctamente. Instagram era un carrusel de cuadrados grises y Facebook no cargaba. Como recién llegábamos al país y no habíamos navegado mucho en internet, lo atribuimos a lentitud en la conexión, pero ya en las primeras conversaciones que tuvimos con gente local nos enteramos de la realidad: en Etiopía las redes sociales habían sido bloqueadas deliberadamente por el gobierno.
Desde hace algunos años Etiopía viene golpeada por conflictos políticos, donde la población tomó armas en el asunto… y no, esto no es en sentido figurado.
El país se encuentra en guerra civil desde el 2020, y aunque pocos meses atrás se firmó un tratado de alto al fuego, los conflictos armados no acabaron (sobre todo en la region del Tigray al norte) por lo que continúa siendo un punto rojo en el continente, motivo por el cual a día de hoy la mayoría de viajeros esquivan a Etiopía en sus itinerarios.
Como consecuencias de toda esta problemática, el gobierno decidió bloquear las redes sociales como medida de control de la información. Según lo que nos contaron, la idea era evitar que las personas dejen salir del país la información sobre la problemática por la que atraviesan.
Claro que más allá del bloqueo, vimos personas utilizando Facebook en el transporte público, así como además la red wifi a la que nos conectábamos en la casa que nos hospedámos los primeros días también permitía (cuando funcionaba) entrar a las redes sociales.
El uso de VPN es la solución que algunas personas encontraron a este bloqueo, pero esto implica un consumo mayor de datos, lo que encarece el uso de internet en los planes limitados donde tenés X cantidad de gigas en un determinado tiempo. Dicho en criollo, los gigas que tengas contratados te van a durar menos tiempo.
Es decir, si bien hay formas de engañar al sistema y esquivar el bloqueo, sigue siendo una problemática que golpea al país. Más allá de que podríamos poner en tela de juicio qué tan dañino es realmente quitarle a alguien las redes sociales, no podemos negar que es un recorte de las libertades, sobre todo si tomamos en cuenta que se hizo para prevenir la organización de la oposición y disidencia.
Agua y electricidad por turnos
Escribir en retrospectiva tiene muchas contras, pero una ventaja: podés comparar con el futuro. Así a día de hoy sabemos que la problemática del agua y la electricidad no son hechos aislados de Etiopía sino de gran parte del África subsahariana.
Pero fue en Etiopía donde la (vi)vimos por primera vez.
No fue sino hasta que cambiamos de casa cuando descubrimos que donde estábamos antes era un oasis. La primer persona que nos hospedó tenía un nivel de vida por encima del ciudadano promedio, y esto podías deducirlo por el simple hecho de que tenía agua y electricidad siempre.
La casa donde fuimos después formaba parte de un complejo de viviendas más modesto, donde delante de la puerta de cada apartamentito había un bidón plástico enorme que en principio no sabíamos para qué era.
Cuando un día fuimos al baño y no pudimos accionar la cisterna entendimos su fin.
En la mayoría de las viviendas, tener agua corriente saliendo de las cañerías es un lujo del cual se disfruta día por medio, por lo que cuando ese día llega el bidón plástico se rellena y se utiliza los días en que no hay (que a veces podían ser más de uno seguidos).
Por eso es común tener baldes grandes en el baño que se llenan con el agua del bidón aún más grande de la entrada, y un jarrito plástico que se utiliza para bañarse tirándose agüita arriba, o para dejar sobre la pileta del baño para lavarse la cara, las manos, los dientes, etc.
Al menos el tema del agua tenía más o menos una frecuencia conocida (tomándolo con pinzas) pero no se puede decir lo mismo sobre los cortes de electricidad.
Ver velas desperdigadas por las casas es algo bastante común, ya que nunca sabés cuando puede venir el corte que te deje a oscuras por unas horas o quizás durante toda la noche.
Si tomás en cuenta que en muchos hogares utilizan cocinas eléctricas (el gas es caro) esto puede ser un problema que va mas allá de no tener luz. Además, vivimos en la época de las baterías, donde quedarse sin cargar el celular puede ser algo determinante por ejemplo para un trabajo (y no incluyo a las computadoras porque realmente no vimos mucha gente que tuviese una, la mayoría se las arreglan únicamente con sus teléfonos celulares).
Nos percatamos aun más de la experiencia excepcional que habíamos vivido en la primer casa que nos hospedamos cuando luego de haber pasado unos días en esta segunda casa del complejo de viviendas, nos quedamos en un hotel que accedió a hospedarnos -también gratis- por unos días, los últimos que pasaríamos en la ciudad.
Uno pensaría que en un hotel se toman las medidas necesarias para que los inquilinos no se queden sin luz y sin agua, utilizando algún medio similar al que probablemente tendría el de la primer casa donde nos hospedamos (tanque de agua a bomba y un generador).
Pero aun estando allí, pasamos días sin agua y sin electricidad, siendo esto último algo que incentivó nuestra creatividad; después de haber encontrado un lugar donde vendían pizza a precio razonable y habiéndola probado previamente, aprovechamos uno de esos días donde la electricidad se había ido de vacaciones como la excusa perfecta para comprar pizza nuevamente (luego de haber chequeado que la cocina compartida del hostel era eléctrica pues coditos primero).
Fue cuando nos dimos cuenta que no solo el hostel donde nosotros estábamos, sino que muchas tiendas de venta de comida inclusive, corrían con la misma suerte de no tener sistemas de electricidad alternativos, y por ende, no podían trabajar mientras estos cortes arremetían.
Es decir que, más allá de la incomodidad que esto puede representar para el ciudadano común, también es un golpe en la economía de aquellos que dependen de la electricidad para trabajar (que ciertamente no es poca gente).
Y ahí seguimos girando en un bucle de nunca acabar.
Y si te lo estabas preguntando, aunque Wa dio la situación por perdida y se fue al cuarto, el McGyver que llevo dentro no quiso darse por vencido y con cosas que fui encontrando en la cocina del hostel cree una cocina a vela que me permitió -en 2 horas- cocinar una sopa instantánea de fideos de arroz.
Quizás haya sido la sopa instantánea menos instantánea de la historia, pero llenó la panza y no voy a negar que preparalo en aquella cocina rudimentaria creada con utensilios de cocina y velas alimentó no solo mi cuerpo sino mi orgullo creativo (esa girl-scout que nunca fui pero que se niega a no existir).
El des-alumbrado público
Otra de las cosas que no pensábamos extrañar, era el alumbrado público.
Y es que mientras estuvimos en Adís Abeba nos movímos a todos lados utilizando el tren, que es un tipo de transporte masivo pero económico.
En una oportunidad en la que dejamos pasar varios trenes por ir demasiado llenos, terminamos tomando el de las 20 hs, cuando la noche ya había caído sobre la ciudad.
En la estación de tren se veía todo un poco más oscuro de lo que uno podría esperar, pero como a nuestras espaldas habían aun tiendas abiertas con luces, no nos dimos cuenta. La cosa fue cuando nos bajamos en la estación de destino, y comenzamos a caminar rumbo a donde nos estábamos quedando en ese momento, el barrio Meri.
Las calles estaban en completa penumbra.
Si a esto le sumamos que muchas de ellas son irregulares (baldosas salidas o directamente tierra con pozos en lugar de baldosas) y que sacar el teléfono para usarlo a modo de linterna no era la opción más segura, sólo nos quedaba valernos de las luces de los pocos autos que pasaban en dirección contraria para ver un poco por donde íbamos pisando.
La caminata no era demasiado extensa pero sí suficientemente larga para darnos cuenta que el mejor plan era tomar las calles por donde hubiera tiendas. Allí la luz que emanaba de estas tiendas alumbraba un poco el camino (es decir, luz particular). Incluso algunos lugares que permanecían cerrados a esa hora, dejaban a veces alguna luz encendida fuera, salvando al transeúnte nocturno.
De todas maneras, era menester pasar por unas cuantas calles completamente oscuras antes de llegar a las que tenían tiendas.
Lo curioso es que el alumbrado público está, es decir, hay columnas con porta-bombilla de luz, pero les falta lo principal: electricidad.
Y esto no dependía de los días que hubiera electricidad o no en las casas, esto era siempre.
Fueron dos veces las que volvimos caminando en la completa oscuridad, y aunque no nos pasó nada, es cierto que todos nos recomendaban no andar solos durante la noche, ya que es la situación que, como sucede en todos lados, aprovechan los ladrones para cometer sus delitos sin ser vistos.
Y convengamos que ser turistas aumenta las probabilidades de blanco fácil.
EL INESPERADO COSTO DE VIDA ETÍOPE
Tiendo a creer que es un pensamiento generalizado creer que todos los países de África van a tener precios económicos por la idea de extrema pobreza que tenemos inculcada del continente; nunca lo pensamos al revés (que hay pobreza -en parte- por los precios caros).
Obviamente la explicación de por qué hay pobreza, ya sea en África o en cualquier otro lugar, no pasa por un tema de precios de los productos (o no enteramente) sino que es algo que depende de muchos factores más, pero hay cosas que las asociamos automáticamente sin pararnos a pensar demasiado.
Creo que eso pasa con los precios en Etiopía (y podría incluso decir de toda o gran parte del África subsahariana).
Aunque es cierto que en casi todos lados sucede que si te acotás a consumir lo que la mayoría de la gente consume no vas a gastar demasiado dinero, en Etiopía nos encontramos con algunos de los precios más elevados que vimos en la vida para productos que en la gran mayoría de lugares se consiguen por mucho menos.
Un claro ejemplo fue el arroz.
Un kilo de arroz en Etiopía significa dejar cinco dólares en la caja de la tienda.
O la manteca, que podés llevarte 200 grs por la módica suma de 20 dólares (o 15 si conseguís la marca barata).
Ahora bien, también hay productos de los cuales podés conseguir mejores o peores precios dependiendo de su formato o variedad, cosa que pasa en todos lados, pero acá la diferencia es bastante grande, por ejemplo, un litro de leche fresca en bolsa (la que dura pocos días) está a poco más de un dólar, mientras que la de caja, la que dura muchos meses sin abrir, está a 4 dólares el litro.
Siendo que hay leche a precio accesible, nunca llegamos a entender cómo podía el queso ser tan caro (quizás no se procese en el país) y la manteca ser importada.
Ya si vamos a temas de fruta es algo más complicado de tratar porque va a depender del clima del país: 11 dólares por 4 naranjas, o el mismo precio por 6 manzanas, pero las bananas son económicas y fáciles de conseguir.
¿Pero entonces qué come la gente?
¿Cómo sobreviven a semejantes precios?
Y acá entra en juego el plato estrella de Etiopía, al que no podemos mencionar sin dedicarle un subtítulo aparte.
El Injera: la dualidad hecha comida.
El injera es una constante puja para el turista que se verá en más de una oportunidad en el difícil limbo de no saber qué pensar:
¿Me gusta o no me gusta?
¿Es práctico o es una chanchada?
¿Promueve la higiene o la empeora?
¿Es acido o es agrio?
¿Es variado o es siempre lo mismo?
¿Quiero más o no quiero verla nunca más en la vida?
En términos generales el injera consiste en una especie de panqueque gigante de textura aireada (llena de agujeritos), cuya masa se prepara con un grano que únicamente crece en Etiopía, y que debido a la fermentación adquiere un sabor agrio (o ácido, no sé) cuya intensidad va a depender de cómo se la haya preparado.
Sobre este panqueque que suele ocupar todo el plato o bandeja donde se esté comiendo, se ponen diversos estofados y unos trozos más de injera, enrollados.
Antes de empezar a comer, cada uno de los comensales tuvo que haberse lavado las manos; si estás en un puesto callejero no te preocupes, todos tienen un bidón de agua y jabón, que suelen disponer sobre la vereda, para que no comas con las manos sucias.
Y ahora viene lo bueno.
El injera se come con las manos.
Se corta un pedacito de injera, como puedas agarrás un poco de estofado con este pedacito y haciendo acopio a tus días de la tierna infancia donde los cubiertos eran un mal innecesario, te llevás el mejunje a la boca, chorreandote estofado por el mentón y la ropa.
Pero que esto no te detenga, es más, si estás comiendo en un grupo es muy probable que te ayuden, como nos pasó a nosotros.
Primero que nada tenés que saber que si estás comiendo en grupo no muy grande es probable que todos coman del mismo injera, es decir, que todos metan mano en la misma comida.
Y si estas personas tienen un grado de confianza más cercano a vos, capaz te pasa como a nosotros que nos dijeron “cuando comés en familia es costumbre darnos la comida en la boca unos a los otros, así” y con la mano en un gesto que recuerda al de cuestionamiento de los italianos, le enchufó a Wa el bocado con dedos y todo adentro de la boca, sin apenas darle tiempo a reaccionar (yo fui su primer intento pero tenía la boca llena en ese momento).
Ahora, si bien el injera tiene cosas que podés considerar como negativas o positivas, hay algo que es cierto para la mayoría de quienes fuimos criados en una cultura occidental: es un sabor adquirido.
Digo, te puede pasar que de entrada te guste, claro, para gustos colores.
Pero el hecho de comer algo cuyo sabor base es agrio o ácido (no he llegado a discernirlo) no es a lo que solemos estar acostumbrados.
Para los Etíopes, no solo es la comida básica por ser económica, sino que además es algo a lo que están tan acostumbrados que si no la consumen de forma regular la extrañan muchísimo.
Nos ha pasado de quedarnos en una casa donde algunos de sus habitantes no quisieron ni siquiera probar la comida que nosotros preparámos para compartir, porque estaban acostumbrados a comer injera todos los días y según ellos mismo dijeron “no comemos otra cosa”.
El injera puede encontrarse en casi cualquier puesto de venta de comida, así como en los supermercados.
Además, también se puede comprar injera secado al sol (o hacerlo), que básicamente es injera que se quedó viejo y se secó al sol hasta adquirir una dureza como de galletita. Mezclado esto con alguna salsa al punto de deshacerse en ella, se obtiene otro “estofado” para poner sobre el injera fresco (inception de injeras).
Claro, por un lado parece una comida variada porque si bien la base es la misma (la masa de injera) los estofados pueden variar. Pero por otro lado, el sabor del injera es tan fuerte que puede ser invasivo, al punto de no sentir tanto esa variedad (al menos para un paladar no acostumbrado).
En nuestro caso particular, a ninguno de los dos nos disgustó de entrada pero a medida que lo comimos más veces, fuimos “apreciando” más el sabor del injera (supongo que ese es el gusto adquirido del que hablaba antes).
Igual te digo, tampoco será una comida que extrañemos (o eso creemos, nunca digas nunca).
1 comentario