Después de algunos días en Ipiales (Colombia), nos despedimos momentáneamente de Colombia, para volver a Ecuador; todavía nos quedaba pendiente conocer la selva Ecuatoriana.
Pero primero, hicimos una parada por algunos lugares de las afueras de Quito, aprovechando a vivir nuevas experiencias que nos esperaban… un poco positivas y otro poco negativas. Pero ya llegaremos a eso.
LATACUNGA
Tuvimos el placer de visitar una granja muy humilde, propiedad de los papas de unas personas que nos estaban dando cobijo en Calderón, un barrio en la periferia de Quito.
Las personas que vivían en esta granja, lo hacían en condiciones súper humildes por elección propia. Aún así, nos demostraron una vez más que la mayoría de las veces, quien menos tiene es quien más ofrece; sacaron choclos y papas de su terreno para darnos de comer, y nos mostraron su criadero de cui, y los alrededores de la granja.
Encontramos un viejo molino de agua abandonado, que sólo pudimos saberlo gracias a que nos lo dijeron, porque no había ni rastros de las aspas que alguna movieron agua para generar algo más.
Intentamos meternos, pero todas las entradas estaban tapiadas con ceemento, y las ventanas tenían rejas, asi que lo máximo que pudimos hacer fue ponernos en puntitas de pie para observar su interior… y lo que nos encontramos fue un mundo consumido por la vegetación.
Por un momento, si bien una parte de mí se moría por entrar, esa parte que amaba los escenarios post-apocalípticos, otra me decía que así estaba bien, que no era justo interrumpir en los aposentos donde la madre naturaleza ya había marcado, indudablemente, su territorio.
Luego, ayudamos a la familia a cosechar capulines, una pequeña fruta que me recordó mucho a los arándanos en su sabor, y a las cerezas en su forma.
Y nuevamente, con una hermosa visión de la humanidad, nos fuimos de la humilde granjita, rumbo hacia un barrio que distaba mucho de ser humilde.
CUMBAYÁ
Cumbayá es una ciudad que está ubicada al Este de Quito, y es conocida como la parte «high class» de la ciudad.
Pero, para dos mochileros que no acostumbran utilizar hoteles, esto no era un problema.
El centro de Cumbayá cuenta con shoppings grandes, donde se nota el lujo por todos lados. Unas cuantas casas también hacen prueba de la ostentosidad de la cual nos hablaban, pero aun así, si no nos hubieran dicho que era el barrio fifí, no lo hubiésemos adivinado, ya que casas ostentosas y shoppings hemos encontrado hasta en los lugares más remotos y humildes que visitamos (bueno, en casi todos) así que no convierte a esta característica en un motivo determinante para adivinar la situación económica de la gente del barrio.
Una vez allá, visitamos una laguna privatizada (no deja de sonarme extraño decir esto) pero la cual se podía visitar y caminar alrededor.
No era nada del otro mundo, pero bueno, la visitamos.
También anduvimos por la plaza central, admirando estatuas de colibríes y bastos jardines de flores.
Y recorrimos los alrededores del lugar donde nos estábamos quedando, que era alejado del centro. Y como suele suceder, esto nos gustó todavía más que la parte céntrica.
Resulta que teníamos un bosque bien cerca, y pasamos allí un buen rato, comiendo maní y apreciando la naturaleza y las plantas extrañas.
Nuestra estancia en Cumbayá fue bastante light, y aprovechamos a descansar y escribir mucho (para ustedes, ¿vieron que amore que somos a veces?).
Y les digo algo… menos mal, porque para lo que se venía después, había que tener las pilas bien recargadas… y eso todavía no lo sabíamos.
PIFO – TRABAJANDO EN UNA GRANJA ORGÁNICA.
En Pifo tuvimos una experiencia con la cual tenemos sentimientos encontrados.
Digamos que nos vamos con recuerdos de gente hermosa, pero con una experiencia que, en general, consideramos negativa, basándonos en cómo fuimos contactados para ella.
A ver, vamos por partes.
LA INVITACIÓN
Hacía ya algún tiempo, habíamos recibido una invitación a través de la Red Social de Couchsurfing.
Esta invitación consistía en quedarnos en una casa que tenía una granja orgánica, y a cambio, debíamos ofrecer «un poco de ayuda», citando textualmente la invitación.
¿Conocen Couchsurfing?
Couchsurfing es una web que se utiliza para contactar viajeros de todo el mundo, con el fin principal de ofrecer y solicitar alojamiento, y en algunos casos, encontrarse simplemente a tomar algo y conversar.
Algunos anfitriones ofrecen incluso comida al viajero, pero esto ya es algo opcional.
La filosofía principal de couchsurfing es permitir al viajero conocer la cultura local de la zona que esté visitando de forma gratuita y desinteresada, a través del contacto directo con la gente local, y a su vez, ofrecer una experiencia de intercambio cultural también para la persona que hospeda al viajero.
De hecho, si bien la ayuda económica para el viajero es innegable, lo más lindo de couchsurfing son las amistades que van formándose a lo largo del tiempo.
Y todo esto, repito, se realiza de forma desinteresada, es decir, la persona que hospeda al viajero no espera ningún tipo de remuneración a cambio, ni en forma de dinero, ni en forma de trabajo.
Lo más valioso de la experiencia, es el intercambio cultural y la posible amistad formada, y eso es, además, lo más lindo que te llevás, ya sea desde la perspectiva del viajero como de quien hospeda.
Quiero dejar en claro que Couchsurfing no es un sitio de voluntariado, donde el viajero debe cumplir una jornada laboral para recibir alojamiento.
Para esto existen otros sitios, como Workaway, Backpackers, Woofing, etc.
Aun así, uno como viajero siempre trata de hacer cosas que sirvan de ayuda a quien lo hospedó, para retribuir de una manera un poco más tangible el favor que le están haciendo; me refiero a cosas como lavar los platos, un día cocinar algún plato típico para compartir con el anfitrión, mantener la limpieza de la casa, etc. Estas son ayudas que no suelen pedirse, sino que el viajero las hace por sí solo, como algo ético y lógico en toda convivencia.
Ya dedicaremos un post a hablar de todas estas webs que pueden ser útiles en un viaje y cómo funcionan, pero ahora, sólo quería aclarar esto para que el resto del relato tenga sentido.
Recibimos esta invitación donde nos ofrecían alojamiento a cambio de «un poco de ayuda» en el jardín.
Cuando entramos al perfil en cuestión, vimos que las personas ofrecían un ambiente de granja, poder interactuar con los animales, aprender sobre la producción de leche, crema, yogurht, quesos, etc. También mencionaban tareas en el jardín, como parte de las demás.
Tomando esto como una oportunidad para aprender a hacer productos lácteos y convivir con animales, mientras ayudábamos a alguien más, aceptamos.
Pero siempre tomando en cuenta que esto era una experiencia Couchsurfing, no un voluntariado, es decir, podíamos ayudar con gusto, pero una ayuda no cumple horarios ni rutinas todos los días, sino, ya sería un voluntariado. Y no por vagos, simplemente no es la forma en la que queremos viajar en este momento, y además, nos parece que Couchsurfing no es la plataforma idónea para esto.
LA LLEGADA A LA GRANJA
Pues bien, nos encontramos con las personas de la granja en el centro de Pifo, y nos llevaron en auto hasta la granja. En el camino que duró llegar del centro a la granja, se nos aclararon varias cosas que consideramos, debieron ser aclaradas con anterioridad.
Durante el viaje, nos preguntaron cosas como si ya sabíamos que no había internet en la granja, ni tampoco señal de celular, a lo que respondimos que no, nadie nos había informado al respecto.
La verdad es que tampoco nos inquietaba; ya nos había pasado de estar días en lugares sin conexión, y en esos casos, cuando necesitábamos conectarnos, íbamos a una plaza o lugar donde hubiera wifi.
La cosa vino cuando nos dijeron que tampoco pasaban buses ni ningún transporte público cerca de la granja, y que, además, no podíamos salir caminando porque a pocos metros de la entrada había toros salvajes que habían matado gente que iba a pie.
Para colmo, habíamos confirmado que íbamos a quedarnos diez días, porque ese era el mínimo de tiempo que exigían que los viajeros se quedasen (cosa rara en Couchsurfing… habíamos visto «límites máximos de estadía» pero nunca mínimos).
En conclusión: estábamos atrapados e incomunicados en la granja, durante 10 días, y dependíamos siempre de ellos para salir de ella en auto.
A estas alturas ya no nos estaba haciendo mucha gracia.
Nuestra preocupación principal radicaba en poder avisar a nuestra familia de esta situación, ya que ellos no sabían que estaríamos tantos días incomunicados (porque nosotros no lo sabíamos tampoco) así que, en ese mismo momento, mientras estábamos llegando a la granja, les pedimos si por favor podrían llevarnos a la ciudad, cuanto antes ellos pudieran, para avisar a nuestra gente que estábamos bien, solamente incomunicados. Nos dijeron que sí, que pronto nos llevarían.
Bien, esto fue apenas el comienzo de la experiencia.
EL PRIMER DÍA EN LA GRANJA
Llegamos sobre las 14 hs a la granja en cuestión.
Era un lugar hermoso, lleno de naturaleza, flores, plantaciones, y animalitos.
Yo ya me veía ordeñando vacas, y limpiando establos de caballos mientras les conversaba y los acariciaba… pero la realidad fue muy diferente.
Apenas llegamos, nos pidieron nos pusiésemos nuestras mejores ropas, porque justo ese día llegaban fotógrafos para inmortalizar a la granja en bonitas imágenes a fin de ser expuestas no se en donde, y como recibimiento, se iba a ofrecer una cena (o almuerzo, no sé) para ellos.
En la casa vivían temporalmente 3 extranjeros más, quienes habían sido contactados mediante «Workaway», una plataforma de voluntariado.
Luego de mostrarnos nuestro cuarto (el cual era hermoso, hasta baño privado y estufa a leña teníamos) nos bañamos, nos vestimos lo más prolijos que nuestras ropas de viajeros nos permitieron, y asistimos a la cena, donde nos comportamos como unos señoritos.
Sobre las 17 hs, y una vez ya retirados los platos de postre (donde todos los extranjeros nos encargámos de retirar los platos sucios y lavarlos) las personas de la granja nos dicen que nos pongamos botas, y saliéramos a trabajar a la granja.
Lloviznaba, así que lo que hicimos hasta las 19 hs, fue deshierbar en el invernadero, es decir, sacar los pequeñísimos yuyos que crecían entre las plantas «utilizables», todo el rato en cuclillas.
Ok, un par de horas de ayuda en la granja y encargarnos de retirar, lavar y guardar los platos… hasta ahora todo concuerda con lo que nos habían pedido «un poco de ayuda».
Sobre las 20 hs, tuvimos una especie de merienda grande, llena de productos de la granja, los cuales, no les voy a mentir, eran de primera calidad y muy ricos. Esta merienda ofició de cena.
Nosotros aprovechamos a preguntar a los anfitriones si había alguna tienda cerca para ir a comprar nuestra comida para los próximos días, pero nos dijeron que no, y luego nos enteraríamos que alimentarnos era algo que formaba parte del «acuerdo»… ese acuerdo que nosotros no teníamos ya que no éramos voluntarios, pero bueno, sabíamos que había gente en couchsurfing que le gustaba ofrecer la comida a sus invitados, así que tampoco nos pareció tan fuera de lo común.
Luego cada cual se fue por su lado, y yo me quedé conversando con una de las personas que estaban de voluntarias.
Nos contó que en Workaway especificaba que debían cumplirse 5 horas de trabajo, y que los fines de semana eran libres (es decir, no se trabajaba)… o así debía ser, teóricamente hablando. También nos dijeron que el trabajo era duro, pero como la comida y los cuartos eran buenos, y la gente de la granja era muy amable, nadie se quejaba.
Quiero volver a recordar, que nosotros estábamos allí por Couchsurfing, así que lo nuestro no era un voluntariado. Habíamos aceptado ayudar un poco, pero obviamente, no al nivel de un voluntariado, ya que eso no sería acorde a la filosofía Couchsurfing, por lo tanto, nosotros, en teoría, no deberíamos cumplir horario laboral.
Al día siguiente, bajamos a la cocina a las 7:30, como nos habían pedido. Desayunamos todos juntos. Es cierto que la comida era buena, el desayuno era abundante y rico.
Repito, es cierto que bajo la modalidad de Couchsurfing, si bien a veces sucede y nos ha tocado en varias oportunidades, no es necesario dar el alimento, pero pronto nos daríamos cuenta que nosotros éramos casi los únicos que entendían que Couchsurfing no era un voluntariado.
Y también nos daríamos cuenta que, en vistas de todo lo que nos harían hacer, extrapolando con creces la “poca ayuda” que nos pidieron en principio, teníamos que aceptar la comida sí o sí porque aceptar sólo el alojamiento, por más buenas que las instalaciones fuesen, no hubiera sido justo (para nosotros).
Sobre las 08:30 hs, nos calzamos las botas, y fuimos a cumplir tareas que nos encomendaron: nos pasamos todo el día, hasta las 18:00 hs, nuevamente en cuclillas, sacando hierba de entre las baldozas, con una palita.
En el medio, hubo un almuerzo que consistía en los restos de la comida del día anterior, en donde pudimos descansar también un poco del deshierbe.
Pero luego de una hora y media mas o menos, vuelta a trabajar.
Puede sonar tonto, pero créanme si les digo que la espalda queda sumamente resentida luego de 8 horas agachados sacando yuyos de entre las hendiduras de cemento.
Mientras tanto, la chica que estaba allí a través del voluntariado se quejaba de que ella también estaba deshierbando desde que llegó y aún no había aprendido nada de lo que le habían prometido.
Al volver del trabajo tomábamos esa merienda que servía de cena, y a nadie le quedaba ya energía para nada, así que todos nos íbamos derecho al cuarto a bañarnos y morir en la cama.
Y básicamente, así transcurrieron nuestros días, hasta que no pudimos más.
PERO ESPERÁ… ¿Y LOS ANIMALES?
Los animales bien gracias.
Solamente una vez, y porque habíamos estado deshierbando todo el día después de 3 días seguidos de lo mismo, nos mandaron a la parte de ordeñe durante una hora, para limpiar el excremento de los pelos del traste de la vaca con un cepillo. Todo muy romántico.
Aun así, fue la mejor tarea de las que hicimos (al menos para mí, que amo los animales), y tuvo su punto de clímax cuando el empleado de la granja nos llevó a Wa y a mí a darles leche a los terneritos con 1, 5 y 3 meses de nacidos.
Ese fue, realmente, el momento que más disfruté… bueno, el único momento de trabajo que disfruté.
A todo esto, una de las chicas que estaban como voluntarias, comenzó a sospechar que algo estaba mal, porque nos preguntó tanto a nosotros como a otro chico (el que se encargaba de manejar Couchsurfing que también era voluntario por Workaway) si nosotros estábamos allí por couchsurfing, y cuando dijimos que sí, ella comenzó a hacer comentarios del estilo «¿pero les avisaron que esto sería un voluntariado? Porque Couchsurfing no es para hacer voluntariados, es otra cosa». Ella estaba comenzando a entender que nos habían llevado con el ideal Couchsurfing, pero nos estaban aplicando el modus operandi de un voluntariado, y además, ella sabía (porque usaba las dos plataformas, Workaway y Couchsurfing) que eso no estaba bien, y trataba de hacérselo ver a los dueños de la granja, pero de forma tan sútil, que ellos nunca llegaron a entenderlo.
Nosotros también lo sabíamos, pero ¿qué podíamos hacer?
No queríamos entrar en conflicto con las personas de la granja, que a final de cuentas eran buena gente, y además, tampoco podíamos movernos de allí porque no podíamos salir por nuestros propios medios.
¿Y APRENDIERON A HACER QUESOS Y PASTEURIZAR LECHE?
Comimos mucho queso, sí.
Tomamos mucha leche, sí.
Tomamos mucho yogurth, sí.
Comimos dulce de leche, sí.
Y todo de excelente calidad, hay que decirlo.
Pero nunca aprendimos a hacer nada de esto. En los días que estuvimos, nunca nos mandaron a la planta de procesado de lácteos, así que nunca aprendimos cómo hacer estos productos tan ricos que comíamos, que era una de las cosas que más nos entusiasmaba de toda esta cosa de vivir una experiencia en la granja, que, además, prometía en su perfil.
TAREAS EXTRAS
Además de cumplir con las horas laborales por día (que fluctuaban entre 8 y 10 horas diarias) también teníamos que poner la mesa cuando comíamos (desayuno, almuerzo y merienda), levantar luego la mesa, y lavar todos los platos. Y todos teníamos la obligación de cocinar, a turnos (un día cocinaba uno, otro día cocinaba otro).
Quiero aclarar que, estas tareas las hacemos siempre que nos quedamos en casas a través de Couchsurfing, pero si toman en cuenta que acá cumplíamos una jornada laboral, y que estábamos, además, encerrados en la granja, no me parece del todo correcto.
¿Y EL FIN DE SEMANA?
Bueno, ahí está la cosa, el fin de semana, según las chicas que estaban allí por Workaway, nos dijeron que en el sitio decía que los fines de semana los tendrían libres.
Y a ver si adivinan.
Eso tampoco era cierto.
El sábado teníamos la tarea de limpiar toda la casa, y en el caso de Wa y mío, éramos los encargados de preparar el almuerzo ese día.
Insisto, nos encanta cocinar para nuestros anfitriones de Couchsurfing, pero en un contexto que es más de voluntariado que de Couchsurfing no nos parece algo obligatorio. Mucho menos después de horas diarias de trabajo duro.
Pero sí, nos habían puesto esa tarea.
Por suerte, después de dejar la casa limpia, haber lavado las botas de trabajo, y de haber cocinado (lo que nos llevó unas 6 horas en total más o menos), tuvimos el resto del día libre… que de día ya no quedaba mucho pero bueno.
Yo lo aproveché para caminar por los alrededores, sacar fotos e investigar una cascada cercana, mientras Wa se quedó en el cuarto.
¿Y PUDIERON COMUNICARSE CON SU GENTE?
¿Se acuerdan que pedimos, el primer día que llegamos, que cuanto antes pudieran nos llevaran a la ciudad para usar internet?
Bien, lo seguimos pidiendo, todos los días, hasta que lo logramos sí… pero al cuarto día.
Luego nos enteraríamos que nos llevaron porque una persona de la granja tenía documentos para imprimir, no necesariamente porque nosotros (y otra chica, una de las voluntarias) lo necesitábamos.
Y NO AGUANTAMOS
Nosotros llegamos un martes, y el viernes, estábamos anunciando nuestra retirada prematura; íbamos a irnos rumbo a Orellana.
No explicamos que el verdadero motivo era no estar de acuerdo con la modalidad en que nos llevaron a su granja, para no armar lío; preferimos irnos sin dar demasiadas explicaciones.
RESUMIENDO: ¿POR QUÉ NOS PARECIÓ UNA MALA EXPERIENCIA?
Nosotros consideramos que la experiencia no fue buena, en términos generales, por varios motivos:
1) No cumple con la filosofía de Couchsurfing:
Como expliqué más arriba, Couchsurfing no es un sitio de voluntariado, no se puede exigir a la persona que se hospeda que cumpla una jornada laboral. Una ayuda está bien, pero trabajar encorvado 10 horas por día sacando hierba de la tierra no es «un poco de ayuda», esto ya pasa a un régimen laboral, el cual no esperábamos por haber sido contactados mediante una plataforma que precisamente, no permite los voluntariados.
2) Aun como voluntariado, no cumple con lo que promete:
Aún viéndolo desde la modalidad de Workaway, nos parece incorrecto y excesivo, ya que según nos dijeron las otras chicas, en esta página especificaba una jornada de 5 horas diarias, mientras en la realidad, son entre 8 y 10 horas.
Además, los fines de semana no son días libres, ya que también se trabajaba sábados y domingos. De hecho, una de las chicas voluntarias que estaba hace más tiempo, me contó que el único día libre que tuvo, fue uno en el cual se enfermó y tuvo que guardar cama.
Y no sirve que me digan «ah pero todos los workaway son iguales, te dicen que son 5 horas y en realidad son 8 o más». No sirve, porque seguimos hablando de información engañosa, y el hecho de que todos hagan algo mal, y que la gente no se queje al respecto, no lo convierte mágicamente en algo bueno.
Lo que está mal, siempre va a estar mal, lo haga una persona o lo hagan diez millones.
3) Las tareas que ofrecen no son las que terminás haciendo:
Si bien en el perfil ofrecen tareas con animales, y elaboración de lácteos, y prometen aprendizaje al respecto, al menos en nuestro caso, esto brilló por su ausencia.
Ya sé lo que están pensando… me van a decir que, a lo mejor, la gente de la granja solía poner a los viajeros a trabajar en la tarea más fea como es el deshierbe, y recién los últimos días (o el último día) los mandaban a trabajar con animales o en la planta de lácteos.
Sí, quizás ese es el modus operandi del lugar, ya que según nos contaron, una pareja de uruguayos que estuvo antes les estuvo pidiendo a las personas de la granja para aprender a hacer yogurth y recién sobre los últimos días pudieron trabajar en eso.
Aun así, si la idea es romperte el lomo 8 días haciendo una tarea que no te va a servir como aprendizaje (o que no necesitas desarrollarla tanto para aprenderla, como es el caso del deshierbe) para que los últimos hagas algo interesante, nos parece totalmente injusto, y desmotivador.
Una de las voluntarias estuvo días pidiendo que la dejasen trabajar con los caballos ya que ese era su oficio real (porque le habían prometido que lo haría) y cuando nosotros nos fuimos, ella llevaba más de 8 días en la granja y seguía esperando que la dejasen trabajar con los equinos.
4) Mala organización:
Es cierto que el hecho de que no haya internet hace muy difícil la comunicación previa con la gente de la granja, pero lo que nos parece más grave, es que no avisen que no hay internet, ni señal de teléfono, ni forma de salir por tus propios medios de la granja. Incluso en la página de Workaway figura como que «hay internet limitado», pero nunca explica que en realidad no hay internet, sino que tenés que esperar a que ellos puedan llevarte a la ciudad para que puedas comunicarte con el mundo exterior.
Esto en nuestro caso era importante, pero imaginen el caso de algún viajero que trabaja por internet y necesita conectarse más seguido.
Definitivamente, consideramos que todos estos aspectos deben ser comunicados anticipadamente a la gente que va a ir a la granja, y no durante el viaje hacia ella, o después que ya llegaron allí.
5) No podés conocer zonas nuevas del país:
Es imposible que puedas dedicarte a conocer la zona si te quedas en la granja, porque no te queda tiempo libre. Primero, la granja está ubicada en medio de la sierra, donde no hay casi nada para ver más que eso, sierra. Aun así, si te gusta el ambiente natural y querés aprovechar para recorrer la zona y disfrutar la naturaleza (cosa que a nosotros nos gusta) tampoco podés porque nunca tenés tiempo libre.
Desayunás de 07:30 a 08:30, trabajás de 08:30 hasta las 18:30 o incluso hasta las 19:30 a veces, luego se hace la merienda masiva donde teníamos que estar todos en la mesa (luego de tenderla nosotros, claro), y permanecer allí conversando hasta las 21:30 hs más o menos, y listo, las pocas horas del día que te quedan son para ducharse y dormir, porque, además de tener el cuerpo explotado, al otro día tenés que madrugar para volver a cumplir con la rutina.
A lo mejor, tenés la misma suerte que nosotros y el sábado terminás las tareas antes (a eso de las 15 hs), pero ¡sorpresa! Tampoco podés hacer mucho porque acordáte que afuera están los toros malos mata gente, así que no podés salir caminando muy pancho. Básicamente, sólo podés conocer los alrededores dentro de la granja, que, si bien son lindos, en cosa de media hora ya te recorriste todo.
Así que, básicamente, mientras estés en la granja, no sentís que estás viajando.
Incluso, las otras voluntarias estaban esperando que una persona de la granja fuera al centro de Quito a buscar unas cosas que tenía que ir a retirar allí, para ver si las podía llevar y de esa forma pudieran conocer La Mitad del Mundo, porque hacía tiempo querían ir pero nunca tenían la oportunidad de salir de la granja, y cuando lo hacían era solamente cuando la gente de la granja tenía que ir fugazmente hasta el centro de Pifo, y luego se tenían que volver con ellos (porque recuerden que no había transporte público a la granja, y casi nadie iba para allá).
6) Trabajo extra:
Otra cosa que no nos pareció correcta, es que a pesar de estar tantas horas bajo sol o lluvia arrancando yuyos, encima después teníamos que cumplir la función de sirvientes, poniendo la mesa, lavando los platos, limpiando la casa, e incluso cocinando (por turnos) muchas veces.
Consideramos que esto era demasiado, incluso para las chicas que estaban bajo régimen de voluntariado.
7) Te dan muchas comodidades, pero sentís que no es suficiente:
Y es que, aunque te den un cuarto súper cómodo, te den comida todos los días, y una ducha caliente, sentís que nunca es suficiente. Siempre te sentís demasiado cansado para disfrutar de todo esto que sí es positivo.
Además, el tiempo personal es tan escaso que nunca encontrás oportunidad de aprovechar todo.
La merienda, que era la comida al finalizar la jornada laboral, duraba como 2 horas en donde los dueños de la granja querían charlar con nosotros, lo cual me parecería excelente en una experiencia Couchsurfing normal, pero no después de tantas horas de trabajo, y sabiendo que las pocas horas de noche que me queden después de eso voy a tener que usarlas únicamente para bañarme y dormir porque ya no me van a alcanzar para nada más.
PERO ¿NO HAY NADA BUENO?
Ahora es cuando queremos aclarar que sí, algunas cosas buenas nos llevamos, obviamente:
1) La granja en sí es una zona muy linda como lo que es, una granja:
Es muy prolija, el clima es agradable, se respira aire fresco y limpio, y dentro del predio hay una pequeña cascada la cual, si te da tiempo de visitarla, está ubicada en una especie de escondite natural muy agradable.
2) Las instalaciones son excelentes:
La casa es hermosa, cómoda, te hace sentir que estás en una especie de palacio. El cuarto que nos dieron era como una suite, donde teníamos nuestro propio baño con agua caliente casi ilimitada, artículos de baño como shampoo, jabón, perfumes y cremas. Y además teníamos una estufa con mucha leña a nuestra disposición.
Lástima que siempre estuviésemos tan cansados como para poder disfrutar propiamente de todo esto.
3) Nos llevamos gente muy linda que conocimos estando allí:
Las chicas que estaban haciendo el voluntariado fueron siempre muy compañeras; tuvimos muchas charlas sobre nuestros países y nuestros viajes y entre todos nos apoyábamos mutuamente para seguir aguantando.
4) Los productos que la granja genera, y que se consumen muchísimo en la casa, son de excelente calidad, orgánicos, y muy ricos:
Tener canilla libre de leche, queso y dulce de leche, para una persona tan adicta a la leche como yo (por muy mal que eso suene) fue casi un sueño hecho realidad… no se los voy a negar.
5) No tenemos quejas sobre las personas de la granja:
De hecho, ellos como personas nos parecieron muy adorables, especialmente el señor que se dedicaba a la fabricación de los productos lácteos, que siempre nos trataba como un padre, y nos hacía reír con sus ocurrencias y su timidez, y además era el único que al final del día nos daba las gracias por el día de trabajo. Realmente, una persona super entrañable, y a quien nos gustaría volver a ver, sin lugar a dudas.
Consideramos que ellos, la pareja que maneja la granja, son personas que vale la pena conocer; incluso su familia, a quien conocimos uno de los días que estábamos allí, nos pareció de lo más linda y le dieron un toque de alegría a la casa que creo, nos revivió a todos.
Y aunque las personas sean entrañables, lo que hicieron no fue correcto, es decir, no censuramos a las personas, sino a sus acciones.
Estamos casi seguros que no hicieron las cosas con maldad, sino que procedieron de forma errónea por desconocimiento del funcionamiento idóneo de estas plataformas (Couchsurfing y Workaway), pero aun así, si sólo contásemos lo buenas personas que son y no hiciéramos mención a lo que hicieron mal, estaríamos fomentando a que estos comportamientos sigan sucediendo.
Por eso, no podemos quedarnos callados ante nuestro descontento con la situación, y por eso esta experiencia tiene un lugarcito en nuestro blog.
Que las diré chicos..
Me gusto mucho la parte de limpiar las nalgas del ganado jajaja
Lo de los toros mata gente si que los engañaron jaja obvio era y es mentira para que no tratarán de irse antes de tiempo.
Y bueno las experiencias suman.
Limpiar las nalgas fué de lo mejor eh, como sera la cosa. Los toros estaban ahi nomás si, sueltitos y con cara de malos, así que mejor no acercarse para ver si mataban gente o no jaja.