Cusco juega con esa doble moral del viajero que por un lado no puede evitar pensar que es una linda ciudad y por otro lado, es inevitable sentirla desencajada del resto del país.
Entonces ahí empezás a debatirte entre «no puedo evitar que me guste» y «pero no sé si se siente bien que me guste».
¿Por qué? Porque Cusco es una ciudad para los turistas.
Desde que llegás te cruzás con gente de todas las nacionalidades, te van a pedir permiso en español, inglés y capaz hasta chino, y las tiendas van a cambiar su típica música local por la radio de oldies.
Y cuando digo esto me estoy refiriendo, por supuesto, al centro de Cusco, porque si te vas un poquito más allá (digamos, unas diez cuadras) la cosa cambia bastante.
Pero vamos por partes, ya llegaremos a eso.
EL CENTRO DE CUSCO
Caminar por el centro de Cusco tiene dos antípodas bien diferenciadas: por un lado podés dedicarte a recorrer los museos y observar la arquitectura heredada, o podés dedicarte a pasear entre las cientas de tiendas de ropa, recuerditos, y los restaurantes para todo tipo de gustos, donde vas a poder probar la típica comida local, siendo entre ellas el cuy la más famosa (guinea pig, para los turistas exóticos) o vas a poder elegir entre muchas opciones típicas… de otros países (como comida china, pizza, pasta, etc).
O claro, podés hacer las dos.
En nuestro caso, optamos más por la primer opción. Nos interesaba visitar los museos de Cusco y admirar los pequeños callejones ocultos que cuando llegamos todavía no sabíamos que existían.
Además, teníamos muchas ganas de recorrer las ruinas que están esparcidas en los alrededores de la ciudad.
Antes que venga la típica pregunta, no, el Machu Picchu no está en nuestros planes, por temas más que nada socio-económicos; nos parece que en los últimos años se han subido demasiado al carro con el tema de los precios, siendo que hay tantas ruinas dignas de admiración, pero con menos marketing.
No negamos visitarlo algún día en nuestra vida, pero no va a ser ahora, eso seguro.
Bien, lo primero que tienen que saber, si también quieren recorrer estas ruinas menos propagandeadas, es que estando en Cusco les sirve muchísimo comprar el Boleto Turístico.
BOLETO TURÍSTICO INTEGRAL
Básicamente, es un trocito de papel con tu nombre y un código de barras, que te permite acceder a la mayoría de las ruinas que circundan Cusco.
Además, también te permite entrar a 4 de los museos que hay en el Centro, un monumento y también podés presenciar una danza típica en el centro cultural.
Este boleto te permite ingresar una sola vez a cada lado, y cada vez que visitas un lugar, te van a hacer un agujerito en el boleto, justo encima del nombre del sitio que estás visitando; de esta forma, olvidate de falsificar de alguna forma tu boleto para entrar dos veces al mismo lugar.
El boleto cubre 16 lugares para visitar en un período de 10 días consecutivos. Tomá en cuenta esto cuando lo saques, ya que, por ejemplo, en nuestro caso el boleto nos abarcó los días de Navidad y Fin de año, por lo que contamos con un par de días extra (además del domingo) en el cual varios lugares estaban cerrados.
Los lugares que podés visitar son:
RUINAS
-Chinchero
-Tipón
-Pikillaqta
MUSEOS Y DEMÁS
-Sitio Qorikancha
-Arte Popular
-Aarte Comtemporáneo
-Histórico Regional
-Centro Qosqo de Arte Nativo
Costo
El costo de este boleto es de 130 soles por persona. Si bien al principio puede sonar un poco caro, tenés que tomar en cuenta que solamente una entrada a algunas de estas ruinas ya sale lo mismo que el boleto entero, así que al final, si lo exprimís bien, resulta muy barato, es más, ni siquiera tenés que ir a TODAS las ruinas para que te salga mucho más económico.
A su vez, si sos estudiante, menor de 25 años, con el carnet internacional correspondiente, el costo del boleto se reduce a 70 soles.
Boleto Turístico parcial
Existen también unos boletos turísticos más económicos, en donde podés ingresar a menos lugares, y en un solo día. Su costo es de 70 soles.
Cuando comprás un boleto parcial, estás cubriendo lo que sería un circuito, teniendo 3 para elegir.
Cada circuito cubre algunas atracciones, por ejemplo, un circuito cubre las ruinas circundantes a Sacsayhuaman, otro circuito cubre los museos, la danza en el centro Qosqo y el monumento a Pachacuteq, y el ultimo circuito cubre los lugares arquelógicos que están sobre el Valle Sagrado de los Incas.
En el boleto turístico parcial no hay descuento estudiantil.
¿Dónde se compran los boletos?
Podés comprar el boleto en el Municipio de Cusco, el cual queda en la calle Av. El Sol Nº 103.
*Dato: uno de los museos a los cuales podes acceder con el boleto queda justo dentro del Municipio, en lo que sería el subsuelo, así que apenas lo comprás, podés ir para ahí.
En conclusión, el boleto turístico es algo que sirve bastante al bolsillo del viajero, y dependiendo tus intereses, podés adquirir el que te sea más conveniente.
Nosotros adquirimos el integral, y podemos decir que, si bien no vimos absolutamente todo lo que teníamos para ver, fue más que suficiente para sacarnos las ganas de ver ruinas (de hecho, a las que no fuimos fue porque ya no queríamos ver más ruinas), y que ahorramos muchísimo dinero con este bendito papel.
MUSEOS DE CUSCO
Nuestro paseo por los museos tuvo que dividirse en dos días porque el día que lo comenzamos habían dos que estaban cerrados, pero si no hubiese sido por eso, se pueden recorrer perfectamente los 4 museos que cubre el boleto en un sólo día, y todavía sobra tiempo.
No es la idea hablar sobre los museos porque es algo que tiene que experimentar cada uno, y dado que un par de ellos son de arte, serían opiniones muy subjetivas, pero sí vamos a adelantarles que en ninguno de ellos se pueden tomar fotografías, y que dos de ellos están dedicados al arte (como su nombre bien lo indica) mientras que en el de Qorikancha se pueden ver restos arqueológicos pertenecientes a culturas pre-incaicas, y en el Museo Histórico y Regional vamos a poder aprender un poco más de la historia de Perú, comenzando un poco en las civilizaciones incaicas, pasando por la invasión española, etc. En este último hay un salón entero dedicado a Garcilazo de la Vega, en donde podemos incluso ver una representación a tamaño real de él escribiendo sobre una mesa… una pena que en la gran mayoría de ellos no se puedan sacar fotos.
MONUMENTO A PACHACUTEQ
Al principio pensamos que era raro que el boleto turístico sirviera para un monumento porque hasta donde sabíamos, los monumentos no cobran entrada (a excepción del Cristo Redentor de Río de Janeiro) pero cuando fuimos, entendimos.
El monumento a Pachacuteq se irgue enorme sobre la cima de una torre que oficia también de museo, en donde se explica la importancia de este, el noveno Inca, tan presente en la cultura Cusqueña.
A grandes rasgos, este señor, a pesar de ser relegado del poder por su padre, quien tenía de favorito a su otro hijo, se las apañó para dirigir un ejército y derrotar a los chancas, mientras su padre y el hijo con coronita se mandaban mudar. Esto le hizo ganarse la admiración de su padre, quien lo hizo heredero del poder.
Una vez allí, Pachacuteq contribuyó de muchas maneras importantes al pueblo Inca, convirtiéndolo en el imperio más grande de Occidente. Además, canalizó el agua de los ríos, amplió sus territorios, estableció una red de caminos (parte de esta conforman el famoso «Camino del Inca») y diseño y rediseñó varias de las construcciones importantes que podemos visitar hoy día, legado de la cultura Inca.
EL CUSCO NO TURÍSTICO
Y un buen día, más tarde de lo que nos hubiera gustado, descubrimos por error la zona de Cusco donde no van los turistas.
Como a 10 cuadras del centro, parece que Cusco se convirtiera otra vez en Perú; montones de señoras en vestimentas típicas, donde poniendo solo un trapito en la vereda venden sus comidas o yuyos. Locales de comida típica, donde volvimos a ver el clásico menú por 5 y hasta 4 soles, ferias de verduras, y por supuesto, muchísimos locales en la calle, ni un turista.
Se convitió en nuestra zona por excelencia para ir a cenar durante nuestros últimos días en Cusco, y la víspera de fin de año no fue la excepción; lo que no sabíamos era que el día 30 a la nochecita se arma en esta zona una feria en donde se puede encontrar de todo, desde ropa muy barata hasta ingredientes extraños, velas, y sobre todo mucha, muchísima ropa interior amarilla (así como artículos decorativos en el mismo color).
Según me informaron las fuentes femeninas de mi familia, hay una tradición en año nuevo, que consiste en ponerse una bombacha amarilla al revés el día 31, y cuando den las 00:00, hay que dársela vuelta y dejarla del derecho.
Todo muy simbólico, supongo que al dar vuelta el calzón es como que «enderezás» las cosas en lo que resta del año.
La parte no turística de Cusco nos gustó mucho como un lugar al que volver a Perú dentro de Perú; es como una escapada dentro de la escapada que ya es el centro de Cusco, y también un lugar donde podés encontrar todo a mejor precio
RUINAS ALREDEDOR DE CUSCO
Para moverte desde Cusco hacia las ruinas, siempre te conviene ir a la zona donde paren los minibuses (que esto depende de hacia qué lado vas a ir, pero preguntando se llega a Roma) y pedir precios.
Acordate, aunque no lo parezca estás en Perú, así que NUNCA te quedes con el primer precio, siempre preguntá a todos los choferes de los mini bus que veas. Además, siempre existe la posibilidad de que si le preguntas a mas de uno, el siguiente que le preguntes va a intentar bajar el precio de su rival, así que es muy probable que el mejor precio nunca sea el primero.
Por otro lado, este debe ser el primer post de la historia que habla de las ruinas de Cusco sin mencionar a Machu Picchu… si todavía te sigue interesando, seguí leyendo.
SACSAYHUAMAN
Esta zona arqueológica destaca por sus grandes bloques de piedra, dispuestos uno encima de otro para formar grandes fortalezas.
Sí, ya sé que todas las ruinas están formadas de piedras una encima de otra, pero esta destaca por el tamaño de cada una de esas piezas.
Según se cree, fue Pachacuteq el inca que diseñó la ciudad de Cusco, dándole a esta forma de puma acostado. Siguiendo con este razonamiento, Sacsayhuaman representaría la cabeza del felino.
Esta fortaleza se caracteriza también por tener algunos túneles en su interior, uno de los cuales hay que atravesar de costado por ser muy angosto, y en un punto vas a atravesar por total oscuridad, no importa que afuera haya un sol que raje la tierra.
No se preocupen, aún así, este tunel es cluastrofóbico-friendly dado lo cortiro que resulta.
No existe seguridad en la creencia del uso de esta fortaleza; algunas fuentes afirman que se utilizaba para entrenar a los guerreros, mientras que otras consideran que era una fortaleza donde se realizaban ceremonias religiosas de culto al Dios Sol.
Lo que sí te podemos decir nosotros, es que caminando entre estos muros, uno puede sentir
esa «pequeñez» típica de este tipo de lugares, y que si llegás al punto más alto y prestás atención, vas a poder ver la ciudad de Cusco a lo lejos.
EXTRA POINT: además, en esta zona hay unos toboganes naturales que no pude resisitirme de probar.
QENQO
Podríamos definir a Qenqo de mala forma como una piedra enorme. Lo cierto es que se cree que esta construcción debió presentar un tamaño bastante imponente en otras épocas, ya que aún luego de ser sometida a una visible destrucción (en teoría de parte de los españoles) podemos apreciar un tamaño bastante respetable.
La palabra «qenqo» significa «laberinto» en Quechua, y se dice que este nombre se lo pusieron los españoles al descubrir los túneles que se forman en su interior.
Antes de llegar a Qenqeo podemos encontrarnos con Qenqo chico, que es básicamente una construcción del mismo estilo pero de la cual quedan muy pocas reminiscencias.
Si seguimos el camino que corre al lado de Qenqo chico, podemos llegar caminando a Cusco.
PUKA PUKARA
Este nombre en quechua, significa «fortaleza roja»: se le llama fortaleza porque está ubicada a 3850 metros de altura, y roja debido a que en la tarde, la luz del sol se refleja de un color rojizo sobre algunas de las construcciones.
Como tantas otras ruinas, no se sabe con certeza para qué se utilizaban estas construcciones, pero se especula que pudieron haber cumplido una función de defensa.
Pero ya saben, tomen todo esto con pinzas porque la realidad es que no hay pruebas de ello.
TAMBOMACHAY
La entrada a Tambomachay es la que más se asemeja a un parque, con sus caminitos prolijos, arboles y tienditas a los costados donde sus comerciantes van a intentar venderte mantas y peluches de alpacas.
Además, apenas entrás sobre el lado izquierdo del camino, es muy probable que veas una cholita con dos o tres llamas acostadas a su lado, y cuando las mires y digas «aaaaw» poniendo las manos debajo de la pera en un claro símbolo de ternura extrema, la cholita va a aprovechar a decir «¿foto con la llamita?» para luego cobrarte un precio por el hermoso recuerdo.
De más está decir que yo me quedé con el «aaaw» en la boca, le sonreí a la señora (y a las alpacas) y seguí caminando rumbo a las ruinas.
Estas ruinas están construidas sobre la ladera de la montaña, y presentan algunas pequeñas caídas de agua que si bien hoy se ven como una fuente, a mi me hacían pensar en algún sistema arcaico de desagüe.
Aún así, investigando un poco más, se cree que esta zona se utilizaba para darse baños y como lugar de adoración al agua. Otras teorías dicen que también era un lugar de conexión con los muertos.
Como sea, este lugar es una clara muestra de la habilidad que tenían los incas para crear estos canales de agua por donde, además, fluía agua cristalina.
Según la creencia andina, el agua es símbolo de vida, representando ésta lo masculino, y la tierra lo femenino. De esta forma, cuando el agua cae sobre la tierra, estamos en presencia de la fecundidad simbolizada.
Lo curioso es que no se sabe con certeza de donde viene el agua que fluye por estos canales.
Se puede especular que quizás venga de algunos de los rios y riachulos sobre los que fue construído Tambomachay, pero no está 100% probado.
Nosotros, despues de subir las ruinas principales de alli, y luego de ignorar el consejo de un turista que le decía a Wa que no suba con crocs (¡ja! si supiera todas las montañas que han escalado esos crocs) decidimos subir las moontañas en busca de una especie de «castillo» (o las ruinas de).
Después de mucho caminar y subir y subir y subir, atravesando sembrados de lo que creo eran papas, lo único que encontramos fue un muy buen gorro Columbia que alguien perdió alguna vez, y una cholita que a lo lejos nos hacía señas de que nos teníamos que ir de ahí.
Para no hacer enojar a la buena señora, tuvimos que emprender la retirada, sin encontrar el castillo, ya que en teoría se encontraba en la misma dirección que la cholita.
Quizás podríamos suponer que ella era la guardiana que custodiaba la entrada al castillo y se encargaba de espantar a los turistas curiosos para que no descubrieran a la princesa que se encontraba cautiva en su interior.
Sí, esa es la versión que más me gusta de los hechos.
***ACLARACIÓN IMPORTANTE: estas 4 zonas arqueológicas mencionadas hasta ahora, pueden realizarse a pie, es decir, tomar un transporte desde Cusco hacia una de ellas y luego dirigirse a las otras 3 a pie, ya que no hay grandes distancias entre ellas.
Eso sí, arranquen bien temprano, lleven agua y calzado cómodo (ya saben, zapatos de trekking… o crocs en el caso de algunas personas).
Y es muy probable que, si vuelven caminando a Cusco o a la ruta, se encuentren con pueblitos excentos de turistas, donde hay animalitos sueltos o casi sueltos, en la vuelta. Extra point para mi.
OLLANTAYTAMBO
El mini bus desde Cusco hasta Ollantaytambo te va a costar unos 10 soles, y te va a dejar en el centro mismo de la ciudad.
Su nombre significa «lugar para ver hacia abajo» y a día de hoy es la única ciudad inca que se mantiene habitada. Toda su estructura conserva la arquitectura de los incas y este es uno de los motivos que la convierten en un lugar especial de visitar.
Cuando llegás te va a chocar un poco ver que hay tanta gente, no solo en las ruinas mismas sino en la ciudad. Esto es porque Ollantaytambo es un paso obligado para aquellos que están yendo a visitar el Machu Picchu.
No te extrañes si ves a un señor vestido de inca caminando por la calle. Hasta podés acercarte a el y pedirle una foto, a lo cual el señor va a estar encantado de hacerlo… por una módica propina (a voluntad).
La ciudad en sí es sumamente turística, y tiene una pintoresca feria central donde podés chusmear un rato. Eso sí… precios para turistas.
En cuanto a las ruinas en sí, Ollantaytambo se llevan la medalla de plata en cuanto a subir escaleras se refiere.
Nosotros llegamos sin agua, y antes de llegar yo ya estaba cansada.
Menos mal que las ruinas tienen muchos canales por los que fluye agua cristalina, y que por suerte, pude estirarme sobre las cuerdas que impiden el paso y tomar un poco de agua, usando mis manos como cuenco (ritual que repetí en más de una oportunidad).
No sé de dónde viene el agua, no me interesa, yo tenía sed y ella me socorrió.
Me gustó mucho que entre estas ruinas hay partes un tanto laberínticas por donde se puede entrar y meterse en lo que eran los recintos de los incas.
Hay muchas cosas para ver en Ollantaytambo, por ejemplo, la Real Casa del Sol, que consta de 17 terrazas que apuntan hacia la ciudad, el monolito del Templo del Sol (casi destruido pero igualmente impresionante), etc.
Y hablando de la Casa del Sol, es una de las cosas más emblemáticas de Ollantaytambo, ya que consta de 6 monolitos de muchísimas toneladas, apilados uno al lado del otro y tallados con relieves muy precisos. Al misterio de cómo transportaban semejantes piedritas, se le suma que no se sabe por que se detuvo la construcción de este templo, que parecía ir viento en popa.
En definitiva, vas a estar un rato subiendo y bajando escaleritas, y esquivando gente de todas las nacionalidades, pero definitivamente vale la pena.
MORAY
Estas ruinas son chiquitas (en comparación con otras que hemos visitado) pero muy curiosas de ver.
Moray a simple vista nos recuerda a aquel coliseo romano, por su forma circular y sus gradas alrededor, solo que mucho más verde y natural.
Aún así, los estudiosos me corrigen y me dicen que aparentemente, estas ruinas eran terrazas de cultivo que se construían en depresiones naturales del terreno.
Ok, también tiene sentido, no voy a decir que no.
Lo curioso de estas terrazas, es que entre el círculo más alto y el más bajo, podia haber una diferencia de hasta 15º de temperatura.
Según se cree, Moray era como un centro experimental agrícola, donde los incas probaban diferentes metodos de plantación.
A mi en lo particular, me mataban de amor los escaloncitos entre los distintos niveles de las terrazas.
Aclaracion: no se puede bajar a los círculos de cultivo, sólo podés verlos desde arriba (si bien hay claras marcas que denotan que alguien bajó alguna vez).
Todo el sitio puede recorrerse en no mas de 40 minutos, a paso lento, y la parte buena de esto es que casi no hay escaleras que subir.
PISAC
Dejo Pisac para el final porque si bien fue la primer ruina a la que fuimos, para mi es la cereza del postre. Y no se a ustedes, pero a mi las cerezas me encantan, así que ya se van haciendo una idea de mi opinión al respecto.
Podés llegar a Pisac, tomando un mini bus en la calle Puputi, en Cusco y te va a costar unos 5 soles.
Pisac es por lejos, la mejor de las ruinas que visitamos en los alrededores de Cusco.
Tiene prácticamente todo lo que tienen las demás, pero todo en uno.
Tiene terrazas de cultivo, viviendas construidas en barro, torres que se pueden subir, baños ceremoniales, túneles entre las montañas, y sobre todo (y aca viene la parte mala pero necesaria) tiene muchas, muchísimas escaleras.
Ok, yo me quejo mucho de las escaleras, pero hay que reconocer que si no fuera por ellas, el recorrido de Pisac se hubiera hecho todavía más agotador. Al menos, siempre tenemos unos centímetros de piedra llana donde poner el pie.
También es cierto que el recorrido de Pisac es bastante largo, pero es, en general, bastante amigable para aquellas personas atropelladas como yo que les da miedo caminar al borde del precipicio.
No me malinterpreten, VAN a tener que caminar al borde del precipicio, pero al menos acá hay barandas para que no dé tanta impresión.
El lado bueno, es que esta vez no estamos a tanta altura, aunque si juntamos los 3300 metros sobre el nivel del mar, mas los miles de escalones, sí, es probable que te falte el aire en varias oportunidades, así que tomate tu tiempo y recorrelo tranqui, que vale la pena pararse un ratito cada tanto, no solo para respirar sino para admirar el paisaje que Pisac nos brinda en muchísimas ocasiones.
Como nosotros no vamos nunca con guías turísticos, y además no hay carteles que explíquen exactamente qué es cada lugar, nunca sabemos muy bien qué estamos viendo cada vez que apreciamos una construcción.
De hecho, eso es algo que se repitió en todas las ruinas que visitamos y que nos pareció un truco de mercado bastante egoísta; al pie de cada construcción hay un cartel con su respectivo nombre en quechua, pero no explíca qué es ni como se construyó, ni para qué se utilizaba esa construcción,ni nada.
Así que sólo pudimos sacar fotos, sin saber bien si lo que estábamos viendo era el trono del Inca o el water cló.
Aún así, Pisac es definitivamente la ruina más linda de visitar. Te va a llevar gran parte del día, pero creeme que después de verla, todas las demás te van a parecer sus hermanas menores.
Claro que cuando salgas de las ruinas vas a desembocar directamente en un pueblo lleno de puestitos pensados para el turista. Es un poco raro ver tantos puestos sencillos, con gente pueblerina vendiendo tejidos, y ofreciendo pagos con VISA.
YAPA
SALINERAS DE MARAS
Estas salinas no están incluídas en el Boleto turístico, pero dado que el costo de la entrada no es escesivamente elevado, y que se trataba de un lugar bastante particularquisimos ir a conocerlas.
Podés llegar hasta allá caminando desde la ciudad de Maras, o tomar un transporte.
Entre la ciudad y las salinas hay alrededor de 5 kilómetros de distancia (a pie).
El costo de la entrada a la salina es de 10 soles por persona.
Es un lugar bastante particular, desde donde se pueden observar las terrazas de sal, en extraños matices del blanco al marrón.
Lo único que nos decepcionó un poco es el hecho de que sean creadas artificialmente, pero aún así, por el precio y la vista particular que dan, es un lugar recomendable para visitar si estás en los alrededores.
Ahí mismo podes encontrar puestitos que venden la misma sal que se extrae de la salinera.
Para volver a Cusco, una opción es ir caminando bordeando la montaña (no te preocupes, es todo bajada), hasta llegar a la ruta, donde podés tomar un mini bus a Cusco, aunque en nuestra experiencia, es más economico tomar uno a Urubamba (1 sol) y desde allí ir a la terminal y tomar otro que te deje en Cusco.
Ojo porque hay varios buses, y según el tiempo que demoran en llegar a Cusco, su precio fluctúa. El que nosotros tomamos demoraba 2 horas y media y salía 4 soles, siendo el más barato pero también el más demorón.
PRIMERAS FIESTAS FUERA DE CASA
Y Cusco fue la ciudad que nos consoló durante nuestras primeras fiestas fuera de casa.
Llegamos a Cusco el 23 de Diciembre, y la verdad es que al principio yo estaba desesperada por conseguir alguien que nos quisiera adoptar durante las fiestas.
Era como si una parte de mi no pudiera asimilar que estando de viaje, y habiendo tenido experiencias tan lindas e inesperadas en la ruta, la Navidad nos agarrara así, sin planes, sin nadie con quien hacer chin chin.
Pero Noche Buena era ahora nomás, y en vistas de lo poco probable que era, dado el poco tiempo que quedaba y nuestra timidez crónica, conseguir alguien con quien pasar (preferentemente en familia), nos resignamos a conseguir cosas ricas de comer y pasar la Navidad solitos, viendo una partida de ajedrez en internet.
Hoy, a solo unos días de distancia, veo las cosas de forma diferente, y no me quejo de como se dió todo. Al final de cuentas, lo lindo no es ir por ahí, poco más que rogando que te adopten para pasar las fiestas, lo lindo es que sean cosas que se den naturalmente, después de todo, parte de la riqueza del viaje está en las situaciones no forzadas que surgen.
Entonces, si nos toca pasar la Navidad solos, por algo será. Justamente, también es una experiencia nueva. Solos y es otro país.
Hoy entiendo que si se dio así, así debía ser y tiene también su encanto. Supongo que me chocaba un poco pensar que mi primer Navidad fuera de casa no fuese «especial», pero quizás la voy a recordar justamente por eso.
Porque un día en rojo en el calendario no significa que tenga que ser especial a la fuerza. Porque ya tuvimos días muy especiales en días que estaban escritos en negro, a secas, en el calendario, y de eso nadie dice nada, pero ahí están y nosotros no los vamos a olvidar nunca. Aunque sean días en negro.
En cuanto a Fin de año, decidimos ir a la Plaza de Armas a medianoche, para presenciar los fuegos artificiales.
Estuvimos solamente media hora, porque nosotros no somos muy afines de este tipo de ambientes en donde se aglomera mucha gente, gran parte alcoholizada y bailan y saltan como si no hubiera un mañana (ya nos lo dijeron una vez, somos almas viejas en cuerpos nuevos) pero fue suficiente para darle a la noche ese toque de sentir que estábamos viviendo nuestras primeras festividades en un lugar diferente.
Aún así, agradezco mi ancla a tierra con el hecho de que en ambas festividades, aunque a la distancia, tuvimos la compañía de nuestros seres queridos (¿vieron? al final no estuvimos solos), lo que contribuyó muchísimo a que la noche no perdiera su magia, esa magia que el amor siempre da, dondequiera que uno esté.
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