COTA
Cota es un pueblo ubicado a unos 14 km de Bogotá, y tiene la particularidad de hacerte sentir que estas a unos 100 km en vez de 10.
El pueblo se ubica directamente a los costados de la ruta, y se puede tomar un bus desde Bogotá que por menos de 4000 pesos colombianos te deja en el pueblo, lo cual recomendamos, porque salir de Bogotá haciendo dedo, como suele suceder en todas las ciudades grandes (al menos de Sudamérica) no es tarea fácil.
El lugar es súper prolijo, con ese encanto que solo los pueblos saben darle a sus agrupaciones de personas. Es normal encontrarte una vaca pastando al costado de la vereda, o un cultivo prácticamente al alcance de la mano.
Nosotros nos quedamos durante una semana a unos 2 km del pueblo, en una fábrica de lácteos donde se producía yogur, kumis, queso y dulce de leche.
No, no leyeron mal, dulce de leche.
Bueno, si estoy en Colombia debería decir arequipe, que es la denominación con la cual se conoce al dulce de leche en estas tierras, pero a efectos de sabor y consistencia, es lo mismo.
No sólo tuvimos el gusto de ser invitados y hospedados allí por uno de los dueños de la fábrica, que era súper amable y hospitalario, sino que además, el dulce de leche que producían allá fue el mejor que probamos en toda Colombia, sin nada que envidiarle al de nuestras tierras lecheras.
Durante nuestra estadía, intercambiamos conocimientos culinarios a diestra y siniestra, y disfrutamos mucho este desfile de manjares que todos preparamos.
El primer día, nos invitaron a preparar asado, para que no extrañásemos mucho nuestro país, otro día preparamos chivito porque la persona que nos hospedó quería probar esa comida de Uruguay.
Y en otra oportunidad, el preparó un plato que si bien se hace en Colombia, no es conocido en todos lados, pero es exquisito: lomo al trapo.
El procedimiento consiste en generar mucha brasa, y sobre ella poner la carne de lomo de res, envuelta en un trapo mojado previamente en cerveza, y con una capa muy gruesa de sal (caso 3 kg) para que luego se genere un yeso duro, cocinando la carne en una suerte de horno natural.
Además de pasar nuestros días dándole festines al paladar como pocas veces podemos en el viaje, también tuvimos el gusto de aprender un poco sobre el funcionamiento de la fábrica, donde vimos las máquinas en dónde se cumplen los procesos para que al final, salga un rico yogur, un saludable kumis, un quesito gruyere perfecto para comer como sea, y el maravilloso espléndido hermoso sensual irresistible y exquisito dulce de leche (ok, arequipe, ya sé).
Y como suele pasar cuando nos quedamos con locales, tuvimos una hermosa vista nocturna del pueblo, desde lo alto de una colina en donde no había más seres vivos que nosotros y 3 perritos.
Nuestros días en Cota pasaron entre fogatas, caminatas y conversaciones, recuperando energías que tanta falta nos hace a veces en el viaje.
Nuestra cercanía con un pueblo llamado Zipaquirá, y el hecho de que gracias a la generosidad de nuestro anfitrión que no nos dejaba poner en gastos, pudimos pagar la entrada de la Catedral de Sal, primera maravilla de Colombia, según sus habitantes.
ZIPAQUIRÁ
Primero lo primero, ¿qué onda con Zipaquirá?
Nosotros llegamos a Zipaquirá justo 3 días antes de que un colombiano oriundo de esta ciudad ganase el Tour de France en ciclismo, y el mismo día en el que se inauguraba un museo de Gabriel García Márquez, cosa que desconocíamos y nos informó de ello la señora que nos llevó unos kilómetros a dedo cuando estábamos ya volviendo a Cota luego de visitar la Catedral de Sal.
Así con todo, dimos un pequeño paseo por el pueblo y nos pareció muy lindo y prolijo, sobre todo la plaza principal, que rebosaba de vida.
La estatua más importante del pueblo, es la de Zipá, el líder de la tribu de los Muiscas. El nombre de Zipaquirá tiene 3 diferentes interpretaciones, pero yo les comparto mi favorita que dice que «Zipa» refería al lider de los Muiscas, y «Quira» fue su esposa. Las demás versiones son algo más rebuscadas y referidas a la lengua indígena de la zona.
LA CATEDRAL DE SAL DE ZIPAQUIRA
Si, es cierto que es un poco costosa, y que podría no serlo tanto, pero lo cierto es que los 57.000 pesos colombianos que vas a tener que pagar para entrar (a menos que seas una persona colombiana de la tercera edad, caso en el cual pagas bastante menos) no se van a sentir tan derrochados cuando ves las hermosuras que esconde esta caverna salina a 180 metros de profundidad.
Es importante tener en cuenta que esta Catedral de Sal no es recomendada para personas claustrofóbicas, con problemas cardíacos o respiratorios, porque si bien no se experimenta diferencia una vez allá abajo, no dejamos de estar unos cuántos metros bajo tierra en una caverna con un sólo orificio de entrada y salida.
Nada mas entrar, te dan unos aparatitos que van a ser tu guía personal durante el recorrido, explicándote todo lo que vas viendo con la sencilla tarea de marcar un numero en el y pegando la oreja al auricular, como si fuera un celular. El número que marcás, esta indicado en las paredes del lugar que estés mirando.
Lo primero que se ve, es una representación del Viacrucis, que según la Biblia, este es el nombre que se le da a el camino que hizo Jesús con la cruz, hasta su crucifixión.
Cada etapa está representada con un rinconcito en donde se puede ver una cruz hecha en piedra, iluminada desde abajo con colores azules y violáceos.
Siendo sinceros, esta fue para nosotros la parte menos interesante porque encontramos que cada una de las etapas estaba representada de forma muy similar una de otra, no habiendo mas que una cruz (y todas prácticamente iguales) y poco mas para ver.
Pero lo bueno vino después.
Si bien el camino del Viacrucis es bastante lineal, luego la caverna se bifurca hacia distintas direcciones, desde donde se pueden ver diferentes cosas, y bastante mas impresionantes, teniendo como estrella principal de la catedral la cruz que está al fondo de uno de los recintos más grandes, siendo ésta la la cruz mas grande del mundo bajo tierra.
Con una altura de 16 x 10 metros, la presencia de esta cruz es imponente, y junto con el ambiente críptico que le dan las luces de colores y el hecho de estar en una caverna 180 metros abajo, el efecto es memorable.
En otras partes de la caverna, encontramos verdaderos altares con asientos en madera maciza y figuras religiosas al frente.
Es que, si bien puede sonar un poco estrafalario, un cartel afuera de la catedral anuncia que se realizan misas dos días a la semana, así que no es de extrañar la presencia de asientos y demás mobiliario típico de cualquier iglesia.
Si bien su aspecto es mas bien llamativo y misterioso, no podemos olvidar que estamos dentro de una catedral… una muy especial, pero catedral al fin.
Si hay algo que llama mucho la atención, especialmente por el contraste que genera con las rústicas paredes de piedra, son las lámparas que adornan la zona conocida como «las naves» de la Catedral de Sal.
Las lámparas son una obra de arte en sí mismas, y le dan ese toque a medio camino entre glamouroso y desubicado que termina siendo fascinante.
En esta zona también es donde encontramos 4 columnas cilíndricas enormes, que aunque no se note a simple vista, la idea era que representaran a los 4 escritores del Evangelio.
A modo de dato curioso, también existe en esta zona de las naves, algunas grietas que abren pasajes entre diferentes áreas, y aunque uno no se de cuenta cuando las atraviesa creyendo que es un simple atajo, la idea de los arquitectos de la catedral, fue representar diferentes hechos con ellas, por ejemplo, una de estas grietas representa el nacimiento y muerte de Jesús, y otra, la natividad y el descendimiento del mismo.
Como la Catedral de Sal es tan grande y laberíntica, nos llevó bastante rato encontrar el árbol de la vida que sabíamos estaba allí dentro, pero finalmente dimos con el, tallado en una de las paredes de la caverna.
Lo mismo nos pasó con el llamado «Espejo de Agua», lo buscamos bastante rato hasta que finalmente dimos con el. Lamentablemente, por un problema que desconozco en mi teléfono, perdí los videos de ese día, y si bien las fotos las pude recuperar (aunque en menor calidad), no corrí la misma suerte con los videos… y este espejo lo teníamos filmado, para que se apreciara el efecto.
Así que a razón de no poder mostrárselos mejor, les dejo una foto (la única que se salvó del espejo) y se los describo: el espejo de agua es una espacio en donde hay una especie de «piscina» pero en la roca obviamente, lleno de agua. Ok, hasta acá nada del otro mundo, el caso es que cuando te acercás y ves en su interior, el techo de la caverna se refleja de forma tan perfecta en el agua, que es difícil darse cuenta que lo uno está viendo es agua, y no piedra.
A mi me impresionó bastante, y me costó darme cuenta que lo que veía era agua, yo juraba que el espejo de agua estaba en reformas o algo y que no había agua ninguna, hasta que Wa me dice «esa es el agua, la piedra que ves es el reflejo» y yo quedé con una cara de póker impresionante.
Y si bien no es la parte interesante del lugar, al menos para nosotros, no podemos dejar de mencionar la parte de las tiendas.
Cuando salís de lo que sería la catedral, pero aún bajo tierra (o mejor dicho, bajo roca) vas a encontrar una zona llena de tiendas de todo tipo, primando las de recuerditos, muchos fabricados en bloques de sal modelados.
He de decir que nos sorprendió que hubiese cosas baratas, porque en este tipo de tiendas dentro de una atracción turística, los precios suelen irse a las nubes (y esto es a nivel mundial me parece) pero en estas tiendas podían encontrarse vírgenes talladas en sal por U$S 3, lo cual no me parece un precio excesivo. También había recuerdos más baratos, llegando a haber algunos por un dólar (pero estos no estaban tallados en sal, sino que eran en cerámica).
Cada tanto, algún túnel daba a alguna tienda, pero nosotros disfrutábamos más el túnel en sí mismo que la tienda.
Por ejemplo, acá está el túnel que había que atravesar, imitando una excavación, para llegar a una tienda donde vendían esmeraldas originales.
Además de tiendas, en el mismo sector se puede encontrar una zona donde hay un show de luces, que bailan al ritmo de una música muy punchi punchi que cuando la escuchamos al principio, sin saber de dónde venía, nos pareció totalmente desubicada tomando en cuenta que estábamos en una catedral, es decir, una zona religiosa, y de una religión en donde las canciones no suelen ser sacadas de una discoteca electrónica (al menos, no las canciones religiosas que nosotros conocemos).
Hay también un mini cine gratuito (es decir, incluido con la entrada) en donde se proyecta una película en 3D de una media hora de duración, que explica el origen de la catedral, el trabajo de excavación, y habla también sobre la cultura de los Muiscas, que fue la comunidad indígena de la zona.
UN POQUITO DE HISTORIA
¿Pero cómo comenzó esta idea de convertir una excavación salina en una catedral?
Quedate que te cuento un poquito.
La mina de sal fue explotada desde hace muchos años, siendo la tribu de los Muiscas los primeros en hacer esto, para utilizar el mineral salino como moneda de comercio.
No fue sino hasta bastante tiempo después de la conquista de América, allá por el siglo 17 donde las nuevas civilizaciones comenzaron a explotarla en túneles, y si hay algo que siempre caracterizó a los mineros de todas las épocas, es su devoción por algo que los proteja, dadas las duras condiciones de su labor, y fue por eso que construyeron un pequeño altar dedicado a la Virgen María en la entrada de la mina.
Aún así, ellos querían algo mejor, así que con ayuda del Estado, crearon la primer catedral de sal, a 80 metros bajo tierra.
La mina se explotaba por niveles, y si bien los mineros trabajaban en niveles inferiores (es decir, a más profundidad) con el tiempo el nivel que estaba dedicado a la catedral se fue deteriorando, por lo que hubo que crear una nueva catedral, un poco mas abajo.
El nivel conocido como «Fabricalta», ubicado a 150 metros bajo tierra fue el elegido; el mismo había estado activo desde 1978, pero cuando toda la sal del sector fue extraída, allá por 1982, había quedado inactivo, convirtiéndolo en el lugar perfecto para la construcción de la Catedral de Sal que hoy conocemos.
Se rescataron varias esculturas que pertenecían a la catedral antigua, y es interesante saber que en esos mismos túneles trabajaron tantos mineros extrayendo sal, apenas unos años atrás.
ACTIVIDADES FUERA DE LA CATEDRAL DE SAL
Si bien el atractivo principal de Zipaquirá es la Catedral de Sal en sí misma, fuera de ella está también el Museo de la Salmuera, donde según nos dijeron, se puede aprender un poco sobre el proceso por el que se sometía a la sal para convertirla en salmuera y comerciar de esta manera, y los métodos de extracción que se les enseñaban a los mineros.
Nosotros no ingresamos porque tenía un costo aparte, pero ahí les dejo la opción.
También hay un pequeño laberinto, que si bien al principio me emocioné (nunca estuve en un laberinto antes) se me pasó enseguida cuando me di cuenta que era para niños, porque mi cabeza quedaba por encima del muro, así que podía ver perfectamente por dónde tenía que ir, perdiendo totalmente el efecto laberinto.
Claro, podía haberlo recorrido agachada pero bueno, en su momento no me avivé (linda postal hubiera sido, ahí recorriendo el laberinto en cuatro patas…).
En resumen, si bien la entrada a la Catedral de Sal nos parece un poco costosa por demás, es un buen lugar a donde ir si se dispone del dinero.
No todas las partes de la Catedral de Sal nos parecen tan impresionantes, pero hay otras que son interesantes de contemplar, y si además saben sacar fotografías de manera profesional, quizás logren captar un porcentaje de la sensación que generan algunos rincones de la primer maravilla de Colombia.