Manaos es la ciudad por excelencia donde cae todo viajero que haya llegado a través del barco desde la triple frontera.
INDICE
Al verla en el mapa, uno juraría que hay muchas cosas que mirar, muchas cosas que hacer, porque sí, Manaos es una ciudad grande.
Bueno, resulta que no.
O bueno, digámoslo así: no tiene la cantidad de cosas que uno espera proporcionalmente a su tamaño.
Pero, como nos quedamos bastante tiempo por estos lados, rasqueteamos hasta que algo encontramos, así que acá te dejamos una guía sobre qué podés hacer, si por arte del destino, caes en las mismas tierras.
Nosotros no visitamos todos los lugares que te vamos a recomendar, generalmente para no gastar plata, pero si tu presupuesto viajero es mas holgado, a lo mejor podés hacer cartón lleno.
Un clásico… el centro
El centro es el paseo clásico de toda ciudad, y en Manaos no podía ser menos.
Es también la zona comercial, donde podés encontrar tiendas con todo tipo de productos.
Como algo a destacar para ver, podemos mencionar la Iglesia Matriz, y frente a ella, el reloj Municipal, una construcción neoclásica ubicada en medio de la calle, y construido en 1929.
También hay plazas perdidas más tranquilas que la principal, en donde se puede admirar cierto tipo de arte clásico.
Teatro Amazonas
Caímos acá porque vimos a lo lejos una cúpula que parecía como de mezquita, cosa que nos intrigó mucho y nos acercamos a chusmear.
Cuando llegamos nos dimos cuenta que de mezquita nada, pero nos encontramos con algo inesperadamente hermoso.
El teatro Amazonas es el punto de encuentro por excelencia, aunque se corre el riesgo de no ver a la persona que esperamos por embelesarnos demasiado mirando el pedazo de arquitectura que tenemos en frente.
Se puede entrar pero solamente a un café pequeñito que hay en una de sus entradas laterales, y a un espacio común en donde venden recuerditos y los tickets para las distintas obras que se presentarán allí.
Si querés entrar a recorrer el teatro, vas a tener que desembolsar 20 reales, es decir, 7 dólares, por persona (cosa que nosotros no estuvimos dispuestos a hacer).
Nuestra triquiñuela fue esperar a un día en el que se llevaba a cabo una ópera de Verdi, y cuyos costos fluctuaban entre 5 y 60 reales (U$S 1,5 y U$S 20).
Obviamente, nuestra mira iba apuntada a la entrada de U$S 1,5. No sólo era adaptable a nuestro bolsillo, sino que además, nos parecía súper económico pagar tan poquita plata para ver una Opera de 3 horas, y no sólo estaríamos viendo una ópera en vivo por primera vez, sino que además estaríamos también apreciando el interior del teatro.
Lamentablemente nos salió el tiro por la culata, porque cuando llegamos, había una fila que daba vuelta medio teatro, llena de gente fifí, arreglada como para una fiesta… vestidos formales, tacos y trajes, 3 litros de perfume por persona… y nosotros íbamos como unos roñosos, yo con una camisa con agujeros por donde paso el brazo entero, manchas de barro en el pantalon, un desodorante que amenazaba con desaparecer del todo, un gorro de vicera con orejas de oso panda, y sandalias deportivas, mientras que Wa iba de remera, short y crocs.
Cuando llegamos a la entrada, un señor vestido de traje (como no podía ser de otra manera) nos dijo, con una exagerada pena, que «lamentablemente» no quedaban más entradas.
Eso, o estaban aplicándonos el derecho de admisión de una forma muy sutil.
Como dato extra, los miércoles a las 19:00 hs suelen haber shows callejeros afuera del teatro.
Nosotros le hicimos la pica a Guido Suller cantando.
Mercado
Ubicado a las afueras del puerto de Manaos, justo donde te dejó el barco si llegaste de esta forma, se encuentra el mercado.
Tiene una sección de carnes, otra de productos alimenticios «no perecederos» por decirlo de alguna forma, y de productos medicinales naturales, y otra zona dedicada a las artesanías. Las 3 partes están separadas por paredes.
A mi me costó mucho aguantar la ansiedad porque el 80% de los productos que se veían eran de loros.
Además, saliendo del mercado podés pasar por lo que yo denominé «La Calle de las Sandías» (sí, así con mayúscula y todo) porque eran veredas llenas de sandías, y nada más que sandías. Amén.
Punta Negra
La playa de Punta Negra está ubicada sobre la puntita Oeste de Manaos, a donde podés llegar tomando un bus desde el centro de la ciudad (por ejemplo, tomando el 120 o 126 desde la terminal 1).
La playa es muy prolija, y limpia, llena de puestitos que te venden refrescos y algunas cositas de comer, pero por supuesto, a precios más altos que en otros lados, precios de playa.
El agua es muy serena y no parece demasiado profunda.
Eso si, es una playa artificial, y se nota, ya que termina de forma muy abrupta.
Si vas en día de semana, probablemente encuentres muy poquita gente.
Cerca de la playa, podés ir hasta el Hotel Tropical; a su lado hay un zoológico pequeñito donde podés entrar gratis.
No tiene muchos animales, pero podés encontrar los primeros en los que pensás cuando te dicen «Brasil», es decir, monos (en jaulas y sueltos), guayamayos, y una Onca Pintada (similar al jaguar), entre otros.
El zoológico está abierto de 08:00 a 17:00 hs, y no tenés que ser huésped del hotel para poder entrar.
Además, tanto sus alrededores como el zoológico mismo tiene unos pisos llenos de florecitas fucsias que ni te cuento (al menos durante el mes de Mayo).
Encuentro de las Aguas
Este debe ser el punto más turístico de Manaos, ya que es lo más extraño que podés encontrar en la ciudad.
Básicamente, lo que vas a tener oportunidad de ver es el choque entre las aguas del Rio Negro, y las del Rio Amazonas.
¿Y por qué se nota?
Porque el río Negro es de color azul marino (claro, el que tira más a negro, ¡dah!), mientras que el Amazonas es marrón.
Las formas de llegar son básicamente dos: podés aceptar alguno de los tour que te ofrecen apenas pones una patita en el muelle, o podés negociar con la gente de la balsa «oficial».
Dejá, te explico.
La balsa que yo le llamo oficial, es la que transporta los autos con sus pasajeros al otro lado, por ejemplo, aquellos que quisieran ir a Porto Velho, una ruta importante ya que conecta Perú y Bolivia por tierra.
El tema es que esa balsa (o trasbordador) solamente permite la presencia de los conductores y acompañantes del auto, pero no deja entrar peatones.
En teoría.
Pero como todo tiene un precio, amigos míos, después de que un vendedor de tour intentara convencernos como por 15 minutos de que comprar su tour era mejor, decidimos ir a hablar con la gente que manejaba la balsa oficial.
Pero primero les cuento el chamuyo que nos decía el vendedor de tour.
Nos decía que el cobraba 60 reales (U$S 20) para llevarnos a los dos hasta el cruce de aguas, parar para sacar fotos, tocar el agua… y que la balsa solamente cruzaba y nos iba a cobrar 40 reales (U$S 13) asi que por la poca diferencia que había, era mucho mejor comprarle el tour a el.
Después de explicarle que, por muy conveniente que fuera, no teníamos esa cantidad de dinero (y aunque así fuera no estábamos dispuestos a pagarla) unas 5 o 6 veces, dejó de insistir, pero se acercó a nosotros cuando fuimos a hablar con el capitán de la balsa, y presenció atentamente toda la conversación.
No hubo que negociar demasiado, nos dijeron que podían cobrarnos 20 reales (U$S 7) entre los dos, ida y vuelta (es decir dólar y medio por persona, por tramo).
Esto significaba casi 2 horas de viaje, por 7 dólares entre los dos… o sea, menos de la mitad de lo que nos cobrarían en el tour.
El muchacho del tour bufó, y se fue.
Nosotros también, pero a la balsa.
Cada tramo demora unos 40 minutos en llegar al otro lado.
Es cierto que no se detiene en el cruce, pero no se necesita demasiado tiempo tampoco para ver el cruce, además que puede comenzar a verse desde lejos.
Y si te perdiste de algo a la ida, podés volver a verlo a la vuelta.
Un buen plan es sacar fotos a la ida, y disfrutar plenamente a la vuelta. O viceversa.
Algo que aprendí cuando hicimos este paseo, es que existen las estaciones de servicio (gasolineras) fluviales, es decir, flotando en el medio del agua. Y completas ¿eh? Con sus respectivos pendrochitos para la gasolina y su tiendita de snacks. ¿Soy la única que no lo sabía?
Estadio de Manaos
El estadio fue uno de los lugares que nos quedaron pendientes, también por su costo: U$S 7 dólares por persona es lo que vas a tener que desenfundar si querés una visita guiada.
Ok, la verdad, no es que sea tan caro, pero escapa a nuestro presupuesto y tampoco era algo que lo teníamos en nuestras prioridades.
Claro que no son muchas las veces en las que tenés la oportunidad de pisar un estadio mundialista… pero bueno, otra vez será.
Museo Amazonas
Este fue otro lugar al que no fuimos, pero nos hablaron bastante bien de el.
Es un museo que se encuentra en una reserva natural, en la cual hay también un jardín botánico donde se ubica una torre a la que se puede subir y ver parte del Amazonas desde arriba, es decir, por encima de la copa de los árboles.
La reserva no es muy grande, pero ya por ese mirador vale la pena.
El costo es de U$S 10 por persona (30 reales) y según nos dijeron es muy difícil que te hagan descuento.
Aún así, conocemos una chica argentina la cual, después de muchísimo insisitir, logró que le aplicaran el descuento de estudiante, es decir, mitad de precio (U$S 5). Aún así, ya les digo, no es fácil que te den el descuento así como así (a menos que seas estudiante realmente y puedas probarlo, claro).
Tours a la selva
Y como última posibilidad, no podemos dejar de mencionar los clásicos tours a la selva que están por doquier.
Nosotros no realizamos ninguno, pero se pueden conseguir desde tours de 1 día hasta de una o dos semanas internándose en la selva amazónica… mas o menos lo mismo que podías conseguir en Iquitos.
Desconocemos los precios, ya que no consultamos siquiera, pero nos atreveriamos a adivinar que no son aptos para presupuestos de mochilero austero.
Ustedes ven.
DATOS DE INTERÉS SOBRE MANAOS
Les dejo algunos consejitos random, acompañados de fotos random también.
-Costo del bus:
El bus local más barato cuesta 3,80 reales, que equivalen a 1 dólar, aproximadamente. También hay un servicio de bus más chic que cuesta 4,20 reales, y parecen ser más cómodos. Estos precios corren para Mayo de 2019.
-Trasbordos:
Hay 5 terminales de buses en Manaos, y si necesitas hacer trasbordo, tenés que tomar el primer bus, bajarte en una terminal, y cuando te tomes el próximo bus desde la terminal, te podés subir por cualquiera de sus puertas ya que no tenés que pagar nada (siempre y cuando, repito, si te tomás el bus desde la terminal).
–¿Por donde me bajo?:
Los buses de Manaos tienen 3 puertas (una al frente, otra al medio y otra atrás) y una especie de pasador de metal, el cual te lo habilita la persona cobradora cuando pagás. Una vez cruzaste ese pasador, tenés que saber que SIEMPRE y sin excepciones, tenés que bajar por la puerta de atrás del todo.
La puerta del medio solamente se abre para que la gente suba en las terminales, nada más.
Si preferís no pasar por el pasador y quedarte en los asientos cerca de la puerta de adelante (que suelen ser los preferenciales) en este caso si, podés descender por la puerta delantera.
Pero la del medio, olvídalo. Nunca jamás de los jamáses.
-Un viaje lleno de adrenalina:
Y ya que estamos con los buses, hay que decir que estos animalitos metálicos andan sumamente rápido en Manaos… cuasi al punto de convertirse en deporte extremo.
Si vas sin mochila es divertido (sobre todo si vas sentado en los asientos del fondo, sobre las ruedas traseras) porque vas casi todo el viaje literalmente volando entre salto y salto.
Pero si vas con mochila de mochilero (55 kgs para arriba), ya es otro el cantar… cuando intenté recorrer el corto tramo que me separaba del asiento en el que estaba sentada hasta la puerta de atrás, con la mochila en la mano, fueron 3 personas que me atajaron en el aire en las 3 caídas que tuve (y alguna me atajó porque me le caí arriba… señora, si me está leyendo, mil perdones por aplastarla).¿Fui clara? Tres caídas en 3 metros mas o menos. Seguro que batí algún record mundial.
Así que si estás sin mochila, y tenés ganas de subirte a una montaña rusa pero andas corto de plata, ya sabés… tomate un bus en Manaos.
-X-Salada:
Y acá les voy a dar un consejo que me hubiera gustado saber en el barco: a la hamburguesa en Manaos, y otras partes de Brasil, se le llama X-Salada (y se pronuncia «yisalada»). Esto ya lo mencioné en la tercer parte de la Travesía Amazónica pero me parece importante volver a aclararlo en este post.
En Manaos podés conseguir hamburguesas muy baratas, y bastante buenas, por ejemplo, tres X-Salada por 3 dólares (10 reales).
-Kikao:
También hay algo muy particular, y esto si ocurre únicamente en Manaos: al pancho, salchicha, hot dog, o como le digan en su país, aquí se le llama Kikao.
Y también tiene precios muy accesibles, llegando incluso a 4 Kikao por 3 dólares (10 reales), y generalmente acompañado de un vaso de jugo natural de frutas.
-El paraguas tiene un uso full en Manaos:
de repente hay un sol que raja la tierra, cuando de golpe y porrazo se empieza a caer el cielo a pedazos de agua.
Por eso, es muy útil lo que hace la mayoría de la gente en esta ciudad, es decir, cargar siempre un paraguas. Y si, si bien llueve mucho, no es ese el único motivo.
El paraguas acá cobra un doble uso, porque la gente lo lleva abierto para cubrirse del inclemente sol, como de repente lo lleva para cubrirse de la lluvia que se largó sin aviso previo.
Por eso, acá no corre eso de «uh que bajón, cuando llevo paraguas no llueve y cuando no lo llevo llueve» porque acá lo vas a usar, llueva o salga el sol de los Teletubbies.
-La costumbre de pedirte lo que sea que estés tomando:
Acá la gente que vive en situación de calle no te pide solamente plata, sino que, si te ven con una botella de cualquier refresco, te piden que les convides. Primero nos pasó con un chico que, al vernos de lejos, tiró el agua que tenía en su vaso mega gigante, para pedirnos del refresco que tomábamos cuando pasamos a su lado (que además, era el más barato que encontramos). Al no querer darle, le dijo a Wa «miserable». Convengamos que el tenía su agua, es decir, no era un tema de sed, sino de gusto.
La segunda vez que nos pasó fue con un señor que al vernos (fue el mismo refresco, el mismo día) agarró una botella vacía de la basura y nos pidió que le sirviéramos allí. Al negarnos luego de reiteradas insistencias, el hombre tiró su botella al piso y con furia le dijo a Wa nuevamente «¡Miserable! No merece la mujer que tiene» y yo ahí con cara de póker.
Así que ya sabés, si te piden refresco y no les das, automáticamente te convertís en miserable.
-Açaí:
Ésta es la fruta por excelencia de Manaos (si bien hay muchas frutas) y es muy común ver que se venden helados y batidos de ella. Algunos incluso la acompañan con «toppings» de todo tipo, como chispas de chocolate, galletitas, etc.
-Se siente como en casa:
Como último punto, quiero aclarar que Manaos fue una de esas ciudades que la sentimos, de alguna forma, más cercana a Uruguay… no en distancia claro, sino en la forma en que siente la ciudad en sí. Hay quienes dicen que es peligrosa, pero nosotros nunca llegamos a sentir ese peligro del que tanto se hablaba.
Nuestra estadía en Manaos está terminándose. La ruta nos espera para llevarnos a Boa Vista.
No va a ser fácil, nos dijeron, ya que por el problema que hay en Venezuela en este momento y la cantidad de inmigrantes que van llegando, ya nadie levanta a gente haciendo dedo en la ruta… pero también sabemos que, con tiempo y paciencia, se puede. Y justo esas dos cosas son las que nos sobran.
Boa Vista, esperanos… no se cuándo, pero llegaremos.
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