Sabemos que Ica no es la ciudad más conocida de Perú, ni la más mencionada, ni nada (no así el oasis de Huacachina) pero a nosotros nos gustó bastante, lo que sigue confirmando nuestra tendencia hacia ciudades no tan conocidas.
Ica mantiene perfectamente el equilibrio entre una ciudad donde encontrás de todo, pero a su vez, con un tamaño y una «onda» que te hacen sentir como en un balneario.
Sorteando la diferencia de que claro, estás en un desierto.
Así con todo, la verdadera atracción de Ica es, definitivamente, el oasis de Huacachina.
OASIS DE HUACACHINA
Hasta ahora el único Oasis que conocíamos, era aquel que canta «You´re my wonderwall», así que la idea de conocer uno de carne y hueso nos entusiasmaba.
Si bien la palabra «oasis» nos remonta a aquellas imágenes que veíamos en los dibujitos animados, o en los viejos protectores de pantalla de Windows, donde hay un trocito de tierra en medio del agua (y una aleta de tiburón emergiendo, siempre), únicamente con una palmera en medio y un pobre náufrago enviando un mensaje en una botella, este oasis no se parece en nada a esa evocación pueril, empezando por el hecho de que acá tenemos que cambiar el agua por arena, que no hay una sola palmera sino muchísima vegetación, y que no hay ningún náufrago, a menos que entendamos a los viajeros como náufragos del mundo (¡weeena Juana!)
Es más, podríamos decir que este es un oasis invertido.
Lo que debería ser agua es arena, y lo que debería ser arena, es agua, porque en medio del oasis de Huacachina hay una especie de laguna, con sus garzas y aves acuáticas que le dan ese toque tropicalísimo.
Es digno de ver, y por un momento, sentís que no estás en medio un desierto…
Hasta que te cae la gota gorda de sudor a lo largo de la espalda hasta llegar a zonas indecorosas y te conecta nuevamente con la realidad.
¿Cómo llegar al oasis de Huacachina?
Llegar al oasis de Huacachina es muy fácil si están en Ica.
Pueden ir caminando, ya que la distancia desde el centro de la ciudad hasta Huacachina es de unos 3 kilómetros aproximadamente, pero si no tienen ganas de darle a la patita, pueden tomar una moto-taxi (que las consiguen con solo pensarlas, porque está lleno de ellas) y pueden negociar el precio, logrando pagar no más de 4 soles.
En 10 minutos ya están allá.
Una vez que llegan, pueden recorrer un poco el oasis, lo que no les va a llevar más de media hora, sacando fotos y yendo super lento. Si quieren comer algo allá, les advierto que los precios son bastante más elevados que en Ica, porque están pensados para el turista, y esto se dio en todos los restaurantes que vimos… olvídate del menú a 7 u 8 soles que conseguís fácilmente en Ica; pero esto ya queda a criterio de cada cual y de su bolsillo.
Luego, lo que sigue es buscar un lugar para poder apreciar el oasis desde arriba y de esta forma, darte cuenta que realmente estás un oasis, porque sino ni mella.
Para eso tienen algunas opciones.
Nosotros elegimos la más cansadora y que lleva más tiempo, como nos gusta a nosotros de inteligentes que somos nomás, es decir, caminar.
Es cansador porque, obviamente, subir una duna es como ir a contramano de la gravedad, pero, además, si esa duna está hecha de arena (por eso es una duna, dah) provoca ese efecto de dar un paso y retroceder tres, así que la mejor forma es dar varios pasos seguidos y rápidos, dejarte caer un poco, dar otros pasos rápidos, y así sucesivamente.
A nosotros este procedimiento nos llevó una hora.
Otra forma es hacerlo en una especie de «moto» del desierto que se puede alquilar allí, o contratar previamente en Ica para hacer un tour. Claro que esto va a tener un costo, el cual desconocemos.
También podés hacer sandboard, es decir, alquilar tablas, similares a un skate sin rueditas, y tirarte desde la parte alta de las dunas hacia abajo, tragando arena como loco, pero divirtiéndote al mismo tiempo.
O podés utilizar la versión económica el viejo y querido cartón.
Una vez todos tus caprichos de oasis están saciados, podés comenzar a caminar por la calle, rumbo a Ica, que seguro va a pasar alguna moto-taxi tocándote bocina, en caso que quieras volver más cómodamente.
Un poquito de Huacachina para todos
Pero como estás cosas me gustan, no me voy a ir sin contarles algo de este pintoresco oasis en medio del desierto.
las versiones oficiales dicen que se formó cuando las aguas subterráneas comenzaron a brotar hacia afuera, trayendo consigo el crecimiento de muchas plantitas y árboles, aunque hoy por hoy mucha de la vegetación que vemos es introducida, pero sirven de casita para las aves migratorias que todos los veranos se pegan una vueltita para ir a turistear al oasis. Por si fuera poco, sus aguas tienen fama de ser curativas, gracias a los minerales que hay en ellas. Wa no se sumergió para ver si se le curaba la tos que se agarró por esos días, pero vamos a tratar de dar crédito a los rumores.
Bien, todo muy lindo, pero a mí me gusta la versión menos oficial, que es la siguiente.
Cuenta la leyenda, que luego de que la doncella Huacachina se enamorase de un guerrero y tuvieran su bella boda, se armó un relajo de la masita y el chico tuvo que irse volando a la guerra, así que ella se quedó sola, triste y abatida como lechuza en panteón, llorando la partida de su enamorado y diciendo «pero pucha, recién me caso y ya me quedo sola, voy a tener que cambiar de desodorante».
Estaba tan triste, que se puso a llorar desconsoladamente, pero lloró tanto que, con sus lágrimas, formó una laguna, y Huacachina se deshidrató.
No, mentira.
No se deshidrató, pero un día pasa al lado de la laguna un guerrero, y al verla tan tristona se le fue de lleno a decirle «¿por qué tan solita linda?» pero cuando Huacachina lo vió, entró a correr, asustada (¿de la espada? nunca lo sabremos) hasta que va y pum, para escapar se tira adentro de la laguna de sus propias lágrimas (más emo no podía ser la chica esta).
En vez de nadar o ahogarse, el destino no tiene mejor idea que transformarla en sirena, porque claro, tanta agua largaba esta mujer por día que al final salía más conveniente dejarla allá adentro coleteando.
Y como ya vimos lo emo que era Huacachina, no nos sorprenderá saber que cada luna llena, ella sale a la superficie ¿para qué?
¡Claro que sí! Para llorar por su amado (y de esta forma contrarrestar la evaporación de la laguna, digo yo).
Hay otras versiones algo más dramáticas, donde el guerrero muere en batalla, y Huacachina empieza a verlo a través de un espejo, hasta que un día el intenta acercársele, y ella, asustada, suelta el espejo a la flauta, que al romperse forma la laguna, mientras que los vestidos de Huacachina forman las dunas, y sus aretes los árboles, y ella se transforma en la sirena que vive en el lago.
Pero bueno, en conclusión, podemos asegurar que Huacachina es un lugar que vale la pena conocer, aunque solo sea para evocar aquellas imágenes de la infancia y darles una vuelta de rosca.
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